La aseguradora de crédito da a conocer su encuesta sobre comportamiento de pago corporativo en Asia 2021. Se estabiliza la tendencia de los retrasos de los pagos corporativos. Las perspectivas mejoran, a pesar de los persistentes riesgos e incertidumbres. id:74185
El 65% de los encuestados experimentó retrasos en los pagos en 2020. Esta cifra es similar a la registrada en 2019. A pesar de un entorno económico, la encuesta realizada por Coface demuestra que las condiciones de pago mejoraron en 2020. La duración media de los retrasos de los pagos cayó a su nivel más bajo en cinco años, gracias a las fuertes respuestas políticas implementadas por los diversos gobiernos. Por tanto, se observaron plazos de pago más cortos en seis de las nueve economías analizadas y en 10 de los 13 sectores. Esta tendencia se explica, en parte, por las medidas enérgicas y coordinadas adoptadas por los poderes públicos para mitigar el impacto de la pandemia sobre la actividad económica, así como por la actuación de las empresas, que han endurecido su gestión crediticia y reforzado su tesorería. El endurecimiento de la política crediticia resultó en una disminución de la duración media de los retrasos en Asia-Pacífico, cayendo de 85 días en 2019 a 79 días en 2020, la más baja desde 2015.
No obstante, los riesgos crediticios se han incrementado en Australia y Hong Kong, donde se ha producido un fuerte aumento de la morosidad y, sobre todo, un fuerte aumento de los retrasos en los pagos a más de 180 días, que representan más del 2% de la facturación anual. Según la experiencia de Coface, en el 80% de los casos, estos retrasos en los pagos ultra largos nunca se cobrarán. Al mismo tiempo, los sectores de la venta minorista, la construcción y el transporte, que se encuentran entre los más afectados por la pandemia, registraron los mayores incrementos en estos retrasos ultra largos de más del 2% de su facturación anual, lo que indica un incremento en sus riesgos de tesorería.
Mejoría económica para 2021: las empresas australianas y la industria del automóvil entre las más optimistas.
2020 se caracterizó por el impacto sin precedentes del COVID-19 en las economías y sociedades. Históricamente, las recesiones vienen siendo más graduales y superficiales que la ligada a esta pandemia, que ha sido rápida y profunda debido a las características excepcionales del virus. En la encuesta, se preguntó a las empresas sobre el impacto de la epidemia en sus operaciones comerciales. En Japón y Taiwán, lo que tuvo el mayor impacto en los niveles de ventas y el flujo de caja fue la disminución de la demanda. En China, la razón más mencionada fue el aumento de los precios de los materiales. Por último, en India, donde muchas empresas emplean a trabajadores migrantes, la principal razón aducida fue la falta de mano de obra, debido a las medidas de confinamiento, que interrumpieron la actividad.
Gracias a una respuesta política sólida y coordinada, una aceleración tecnológica hacia la digitalización y a la reapertura de segmentos enteros de la economía tras los estrictos confinamientos, la recuperación ha sido rápida pero desigual. No obstante, las empresas esperan que el crecimiento económico mejore en 2021. Las empresas australianas son las más optimistas en cuanto a perspectivas: el 80% de las encuestadas prevé un mayor crecimiento para 2021, seguidas por India (76%), China (73%), Malasia (73%) y Taiwán (71%). Por el contrario, Japón (61%) es el único país con menos de dos tercios de los encuestados que prevé un mejor crecimiento económico en 2021.
En términos sectoriales, la automoción es el sector que exhibe la mayor confianza en las ventas para el próximo año, con un 66% de los encuestados pronosticando una mejora. Le siguen la energía (64%), la metalurgia (64%), el papel (63%) y la industria farmacéutica (61%). Las industrias automovilística, agroalimentaria y farmacéutica también tienen la mayor proporción de empresas que esperan que el flujo de caja mejore en los próximos 12 meses (55%), seguidas por la metalurgia (53%), el papel (52%) y la industria química (51%). %).
Las exportaciones de equipos de información y comunicaciones están impulsando el crecimiento en Asia, aunque persisten los riesgos.
Con el regreso gradual a las condiciones comerciales normalizadas, esperamos que Asia registre un crecimiento positivo, tras una contracción de la economía en 2020. El ritmo de expansión será más rápido en India (+9.0%), que sufrió la contracción más fuerte entre las nueve economías analizadas en 2020. Le siguen China (7.5%), Singapur (6.3%), Taiwán (5.6%), Australia (5.0%), Hong Kong (4.8%), Malasia (4.6%), Japón (2,7%) y Tailandia (2,2%).
La demanda externa ha sido un importante impulsor de la recuperación en Asia, ya que las tendencias mundiales en materia de teletrabajo y aprendizaje a distancia han creado una demanda global de equipos de información y comunicación. Esto ha beneficiado enormemente a numerosas economías de esta región que son exportadores de este tipo de bienes de equipo, como China (40% en lo que va del año), Taiwán (21% en lo que va de año), Malasia (28% acumulado anual) y Singapur (9% interanual). El aumento de la inversión en capital también ha impulsado las ventas de materiales electrónicos y eléctricos. Sin embargo, la recuperación del consumo de los hogares fue mucho más gradual y más reducida que el crecimiento de la industria manufacturera y las exportaciones. Esto se debe a que la mejora en el mercado laboral ha sido relativa y numerosas regiones de Asia-Pacífico se han visto sometidas a nuevas restricciones de movilidad. Las restricciones sobre los viajes internacionales se han mantenido vigentes en gran medida, lo que ha impedido la recuperación del sector turístico.
“Nuestro escenario central se basa en el hecho de que no haya una nueva ola de COVID-19 en la segunda mitad de 2021 y que la aceleración de las campañas de vacunación haga que la recuperación económica sea más resiliente. Sin embargo, el entorno actual sigue siendo difícil de predecir. Además, se observan algunos riesgos emergentes que pesan sobre la recuperación económica, como la escasez global de semiconductores, que podría limitar el crecimiento de las exportaciones asiáticas, o el aumento de los precios de las materias primas, que podría comprimir los márgenes corporativos y afectar a la demanda“. Declara Bernard Aw, economista de Coface para Asia-Pacífico.