Cómo recorrer el camino hacia el éxito sin olvidar tu historia

Una vida tan longeva, de casi 150 años, como la de Lottusse ha sido testigo de los principales acontecimientos que han señalado la historia reciente. Guerras, cambios políticos, crisis económicas e incluso sanitarias han moldeado su personalidad hasta convertirla en la brillante firma de calzado, accesorios y prendas de piel que es hoy.

Cómo un pequeño taller que nació en Inca en 1877 ha conseguido ser un actor principal del mercado con presencia en más de 26 países alrededor del planeta tiene una “aparentemente” sencilla explicación. Para la firma, cada obstáculo que ha aparecido en su camino ha supuesto una oportunidad, quizá inesperada pero nunca evitada, donde la actitud reivindicativa de sus raíces y la unión han sido los factores más importantes para superarlo.

Mestre Antoni, un emprendedor visionario

Nacido en una familia de panaderos, Antonio Fluxá se alejó de ese esperado legado para comenzar a trabajar en un taller de Inca. Su espíritu inquieto y curioso, junto a las ansias de conocimiento que tenía, le llevaron a aprender nuevas técnicas en la fabricación y tratamiento del calzado. Primero en Cataluña, donde se desplazó para luchar durante la Tercera Guerra Carlista; después en el Reino Unido, una de las cunas zapateras en la época.
Con todo ese bagaje y conocimientos adquiridos, a su regreso a casa en 1877 decide fundar su propia marca con una idea muy clara en mente: apostar por la calidad y la artesanía, pero desde una óptica de trabajo moderna y cosmopolita en un reflejo claro de su propia vida.

Superando retos históricos

Lottusse posee la experiencia de una empresa que ha visto y vivido en primera persona numerosos acontecimientos históricos, así como las dificultades derivadas de ellos. Desde la crisis provocada por la independencia de las colonias españolas de Cuba y Filipinas en 1898 -que supuso el cierre de un mercado hasta entonces crucial- hasta la I Guerra Mundial -la cual planteó grandes desafíos a la distribución de producto o el aprovisionamiento de materiales-, pasando por la posterior II Guerra Mundial, la crisis económica de 1929, la crisis del petróleo o incluso hoy en día con la provocada por el virus COVID-19.

Lottusse ha ido sobreponiéndose a todas y cada una de ellas gracias a su capacidad de adaptación, sirviendo de modelo de conducta, lleno de esperanza y optimismo para la comunidad en la que desarrolla su actividad, Mallorca, y por extensión, España.

Para la firma el éxito solo se entiende bajo el paradigma de empresa familiar, pero con ciertos matices, ya que su concepto de familia excede los lazos de sangre. Aquí hablamos de una construida por los trabajadores, los proveedores y todo aquel que ha trabajado durante varias generaciones y con constancia en el frente común que es Lottusse, apoyándose mutuamente gracias a una confianza inquebrantable. Ese ha sido otro de los secretos de su éxito.

Generaciones caminando con un pie en el ayer y otro en el mañana

La historia de Lottusse comenzó con Antonio Fluxá, pero hoy es la cuarta generación de la familia quien la encabeza. Cada uno con su individualidad y enfoque propios, todos los líderes al frente de la compañía han apostado por desarrollar la marca desde una personalidad fuerte y nada complaciente, propia de quien se conoce bien desde joven y sabe lo que quiere. La constancia ha sido clave compartida y aprendida de Mestre Antoni porque no se trata de correr hacia el futuro, sino de mantener un paso reposado hacia delante con la memoria y experiencia que brinda el pasado siempre presentes.

Así, cada generación ha logrado dar un paso más allá en la innovación abanderada por Lottusse. Antonio Fluxá introdujo las técnicas de los talleres catalanes o la maquinaria traída desde Reino Unido. Su hijo Llorenç aplicó el sistema Goodyear y estableció uno de los pilares a futuro: calma, tacto y paciencia. La tercera generación, liderada por Antonio Fluxá, encabezó las aperturas de tiendas propias y el uso de nuevas pieles en los productos. Hoy en día, Juan Antonio Fluxá lleva las riendas con objetivos propios del siglo XXI, como son la internacionalización y la conquista del mundo digital.

Nuevos tiempos, nuevos diseños y tendencias

La de Lottusse no es solo una historia que habla de resiliencia frente a las crisis y de avances técnicos, también destacan las emociones. Desde sus orígenes, la firma mallorquina se ha propuesto acompañar a su clientela en su vida diaria con productos útiles, cualitativos y atemporales. Por eso las diferentes generaciones han explorado nuevas vías de negocio que integraran a todos los públicos dentro de su concepto de lujo sostenible. Los inicios bajo el nombre Antoni Fluxá Figuerola -la marca Lottusse como tal no apareció hasta los años 30 del siglo XX- se dedicaron únicamente a modelos masculinos. Pero en la década de 1920, época de los locos años del jazz y la emancipación de la mujer, la oferta se actualizó con las primeras creaciones para ella. Durante los años 70 y 80 del siglo XX se ampliaron los zapatos masculinos disponibles para incorporar un corte clásico y otro mocasín, perfectos para llevar con el power suit imprescindible de esa era. Después aparecerían los magníficos bolsos y pequeños complementos, así como las prendas de piel, convirtiendo a Lottusse en la propuesta de calzado, complementos y moda de piel que conocemos hoy en día. Los 143 años de historia de Lottusse son testigo de la confianza que despierta entre sus fieles, que se cuentan por familias enteras, y esto se debe a su habilidad para adaptarse y sobreponerse a las circunstancias. Un referente slow fashion cuya trayectoria sirve de inspiración para crear el mundo de la moda del mañana.