El acompañamiento legal para empresas que operan a nivel internacional

La exportación se convirtió para muchas empresas en la única salida posible a la crisis de la economía española. España ya contaba con importantes multinacionales pero han sido muchas las pequeñas y medianas empresas las que han conseguido que nuestro sector exportador cobre una importancia desconocida hasta ahora.

Pero vender en el extranjero no es fácil, sobre todo para compañías de reducida dimensión. Para elegir la forma de hacerlo hay que empezar por decidir si vamos a cerrar un acuerdo con un distribuidor local, buscar un socio o, directamente, abrir una oficina en el país elegido. Es en ese momento cuando ya debemos contar con los servicios de una asesoría fiscal empresas con experiencia internacional y que cuente con la colaboración de firmas extranjeras.

Una asesoría fiscal internacional se ha de ocupar de que realicemos nuestras operaciones en el exterior con la máxima seguridad jurídica y con el mayor ahorro fiscal posible. Una correcta planificación fiscal ha de tener en cuenta el papel de los Convenios para evitar la Doble Imposición así como los acuerdos multilaterales (Directivas de la Unión Europea), en la imposición directa, y las Directivas Comunitarias en materia arancelaria y del Impuesto sobre el Valor Añadido, en la imposición indirecta.

También nos guiará en la elección de la forma jurídica y fiscal óptima, en función de los objetivos de la inversión, y en todos los temas relacionados con los residentes o expatriados, así como en el cumplimiento de las obligaciones fiscales en España de la empresa y de los empleados desplazados al exterior.

La labor de una asesoría fiscal

Exportemos o no exportemos, tengamos o no tengamos una oficina o un distribuidor en el exterior, seamos grandes o pequeños, la labor de una buena asesoría fiscal no debe limitarse a la presentación de papeles en Hacienda. La labor de una buena asesoría fiscal es proactiva, planifica, recomienda y busca las mejores opciones para, siempre dentro de la ley, minimizar la carga impositiva.

Fijémonos en el caso concreto de la amortización de inmuebles. Para empezar debemos saber que el valor de los inmuebles está formado por dos elementos: el terreno y lo construido en el terreno. Pero solo es amortizable el valor de la construcción, ya que el suelo es algo que generalmente no se deprecia, sino que aumenta de valor. Así que lo primero que tiene que hacer la asesoría es diferenciar el valor del suelo y el de la construcción.

El valor de la construcción se calcula aplicando al valor de adquisición el porcentaje que resulte del valor catastral. Nos podemos guiar de los valores que aparecen en el recibo del IBI, para saber qué porcentaje del valor total corresponde a cada parte; y aplicar ese porcentaje al precio de adquisición.

También debemos saber que las naves industriales y almacenes, por un lado, y los edificios de viviendas, comerciales u oficinas, por otro, tienen diferentes tipos y plazos mínimos de amortización.

Hasta ahora el tema de la amortización está bastante claro. Pero las cosas se complican o, al menos, se amplían si estamos hablando de inmuebles usados, alquilados o si somos una empresa de reducida dimensión, en cuyo caso es posible que tengamos derecho a algún incentivo fiscal.

Por eso decía antes que la labor de una asesoría fiscal ha de ser proactiva, ha de jugar un papel importante en la propia gestión de la empresa y no limitarse a llevar la contabilidad y rellenar los formularios de Hacienda.