Las mujeres ganan presencia en los puestos de dirección de las aseguradoras. id:72735
El sector asegurador desea dejar constancia de su compromiso con la gestión sostenible. Por esta razón, el
Informe Estamos Seguros 2020 incorpora varios parámetros que dan cuenta de las prácticas de la industria aseguradora en materia medioambiental, social y de gobernanza.
El seguro asume riesgos de terceros. Por esta razón, su primer interés reside en la minimización de esos riesgos. Al tarificar, las aseguradoras reconocen todas aquellas mejoras o medidas que permiten evitar o limitar los daños que se producen en una vivienda, un comercio, una fábrica, un vehículo, un buque… Así pues, al suscribir riesgos, las aseguradoras animan al resto de actores económicos a asumir una batería de buenas prácticas en materia de prevención.
Pero si lo peor sucede y se materializa el riesgo cubierto, el seguro es el primero en estar ahí para reparar los daños y volver a echar a andar. A través de las indemnizaciones o los servicios de reparación, el seguro ayuda a familias, empresas e instituciones a reponerse de los efectos de un evento catastrófico.
De muestra dos ejemplos. El primero: la borrasca Filomena, acaecida a principios de 2021, ha llevado a las aseguradoras a desembolsar 230 millones de euros para paliar los daños causados en inmuebles y vehículos. Un segundo ejemplo: entre 1987 y 2019, el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) ha atendido 706.430 expedientes por inundación, que originaron 6.059 millones en daños en bienes y a las personas. A estos se suman 603.678 expedientes más ligados a tempestades ciclónicas atípicas que causaron otros 1.318 millones en daños materiales y personales. La creciente frecuencia y severidad de todos estos fenómenos atmosféricos (tempestades, inundaciones y nevadas) están relacionadas con el cambio climático.
La actividad aseguradora genera unos 160.000 puestos de trabajo directos en España, de los que cerca de 50.000 corresponden a compañías de seguros. El empleo que crean las aseguradoras es estable. Incluso en situaciones tan exigentes para las empresas como la experimentada a raíz de la pandemia de COVID-19. Además, el empleo en el sector asegurador está bien pagado. En concreto, es el octavo mejor retribuido de toda la economía española.
Pero el sector asegurador en España va más allá en materia laboral. También promueve la igualdad de oportunidades entre sus trabajadores. Las mujeres constituyen en la actualidad el 52% de la plantilla de las aseguradoras. Una proporción que previsiblemente irá en ascenso en los próximos años, pues ellas representaron el pasado año el 57% de las nuevas contrataciones.
Aunque las mujeres ya son mayoría en la plantilla, todavía queda trabajo por hacer en los puestos de decisión. La paridad plena todavía no ha llegado a los puestos de máxima responsabilidad (ellas son el 31% de los integrantes de los comités de dirección de las aseguradoras en España), pero sí se percibe un claro cambio de tendencia. Las mujeres ocupan la mayor parte de los puestos de dirección en varios departamentos (Cumplimiento, Recursos Humanos, Jurídico…), como consta en el Informe Estamos Seguros 2020. Igualmente, han copado las promociones a puestos de mando en 2020 en muchas áreas (Actuarial, Gestión de riesgos, Cumplimiento…).
En materia de gobernanza, el seguro destaca por ser una industria que rinde cuentas periódicamente ante la sociedad. Por un lado, a través de la información que publica con carácter periódico (información estadística y contable, documentos de información no financiera…) y, por otra parte, a través de los compromisos que adquiere con sus clientes. Además, siete de cada 10 aseguradoras disponen de políticas de responsabilidad social corporativa.
El seguro también tiene un papel destacado como inversor institucional. Las aseguradoras y los fondos de pensiones gestionan en España un patrimonio de 427.182 millones de euros. Esta industria tiene la capacidad de encauzar los recursos que le encomiendan sus clientes, así como su propio patrimonio, hacia inversiones sostenibles y con un impacto social beneficioso. Las personas suelen encomendar ahorros al seguro con la vista puesta en el largo plazo. Asimismo, las aseguradoras tienen una vocación largoplacista en la gestión de sus recursos propios porque entre sus obligaciones figuran atender pagos dilatados en el tiempo. Estas son algunas de las razones que llevan al sector a seguir una política de inversión prudente. Una política de inversión que se decanta por un crecimiento económico duradero y sostenible.
En la cartera de activos que adquieren las aseguradoras destacan, ante todo, los títulos de deuda. Tanto pública como privada. Al actuar como un financiador de referencia de los Estados, el seguro contribuye al bienestar social y la protección de la ciudadanía. Entre tanto, en su faceta de comprador de deuda corporativa, favorece la creación de riqueza y empleo.
Por último, no hay que perder de vista la importancia del seguro como vertebrador del territorio y elemento favorecedor de la cohesión social, económica y demográfica. La actividad aseguradora contribuye a la inclusión financiera, pues hay un distribuidor de seguros en prácticamente todas las localidades de España. Además, las prestaciones que realiza el sector a través de todo tipo de colaboradores y reparadores sirven para dinamizar la economía local. No en vano, el seguro es la mayor plataforma de servicios que existe en la economía española.