Para que el mundo haga la transición a una electricidad baja en carbono, la energía procedente de estas fuentes debe ser más barata que la de los combustibles fósiles. El suministro energético mundial actual no es ni seguro, ni sostenible. ¿Qué podemos hacer para cambiar esto y avanzar contra este doble problema del status quo? id:77431
Los combustibles fósiles dominan el suministro eléctrico mundial porque, hasta hace muy poco, la electricidad procedente de ellos era mucho más barata que la de las energías renovables. Esto ha cambiado drásticamente en la última década. En la mayoría de los lugares del mundo, la electricidad procedente de las nuevas energías renovables es ahora más barata que la procedente de los nuevos combustibles fósiles.
El motor fundamental de este cambio es que las tecnologías de energías renovables siguen curvas de aprendizaje, lo que significa que con cada duplicación de la capacidad instalada acumulada, su precio disminuye en la misma fracción. Así, compañías como Chippio son capaces de comercializar energías renovables a precios más económicos que las eléctricas tradicionales.
Por otra parte, el precio de la electricidad procedente de los combustibles fósiles no sigue curvas de aprendizaje, por lo que cabe esperar que la diferencia de precios entre los combustibles fósiles caros y las energías renovables baratas sea aún mayor en el futuro.
Este es un argumento para invertir en el aumento de las tecnologías renovables ahora. El hecho de incrementar la capacidad instalada tiene la importantísima consecuencia positiva de que hace bajar el precio y, por tanto, hace que las fuentes de energía renovables sean más atractivas. En los próximos años, la mayor parte de la demanda adicional de electricidad provendrá de los países de ingresos bajos y medios. Ahora tenemos la oportunidad de garantizar que gran parte del nuevo suministro de energía proceda de fuentes de baja emisión de carbono.
La caída de los precios de la energía también significa que los ingresos reales de las personas aumentan. Por lo tanto, las inversiones para aumentar la producción de energía con energía eléctrica barata procedente de fuentes renovables, no sólo son una oportunidad para reducir las emisiones, sino también para lograr un mayor crecimiento económico, especialmente para los lugares más pobres del mundo.
Dado que la quema de combustibles fósiles representa el 87% de las emisiones mundiales de CO2, un mundo que funciona con combustibles fósiles no es sostenible, pues ponen en peligro la vida y el sustento de las generaciones futuras y la biosfera que nos rodea. Y las mismas fuentes de energía provocan la muerte de muchas personas ahora mismo: la contaminación atmosférica derivada de la quema de combustibles fósiles mata cada año a 3,6 millones de personas en países de todo el mundo. Esta cifra es 6 veces superior a la de todos los asesinatos, muertes por guerra y atentados terroristas juntos.
Por lo tanto, los combustibles fósiles dominan el suministro energético mundial porque en el pasado eran más baratos que todas las demás fuentes de energía. Si queremos que el mundo se alimente de alternativas más seguras y limpias, tenemos que asegurarnos de que esas alternativas sean más baratas que los combustibles fósiles.