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ENERO Arquitectura, la guardería del futuro

ENERO Arquitectura, la guardería del futuro
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jueves 27 de agosto de 2020, 13:37h
Innovador proyecto del estudio ENERO Arquitectura con el que ha dado vida a una escuela infantil a partir de estructuras modulares que permiten su perfecta integración en el entorno y su fácil adaptación a posibles que puedan surgir. Una idea disruptiva que ofrece una máxima en estos tiempos: la fusión de la versatilidad de los espacios, la accesibilidad y el diseño. id:62433
En un contexto donde los conceptos de adaptación y evolución ya marcaban el ritmo de toda la sociedad, el equipo de ENERO Arquitectura entendió en 2015 que para esta escuela infantil –destinada a los hijos del personal sanitario del hospital Rey Juan Carlos de Móstoles–, la modularidad era fundamental para crear un proyecto y un entorno que se pudiese amoldar a los retos de un futuro en constante cambio. Hoy, esta idea se convierte en fundamental para afrontar desde la arquitectura los nuevos retos de un entorno marcado por la incertidumbre.
Aunque esta guardería modular se circunscribe a la línea de proyectos de I+D del estudio, para ENERO Arquitectura los usuarios son el germen y el epicentro de todos sus proyectos. Por lo que, en este caso, tratándose de una guardería que da servicio a 60 niños de entre 0 y 3 años, esta condición fue aún mayor. Bajo esta premisa, junto a detalles inexcusables en este tipo de proyectos –como puertas antipilladedos, mecanismos eléctricos o tiradores inaccesibles–, se implementan otras aplicaciones como suelos flexibles y acolchados o diseños singulares para la iluminación y climatización, que proporcionan a los niños y niñas un entorno propicio para estimular su seguridad, creatividad y bienestar. La instalación de climatización se resuelve bajo los pabellones y plantea una difusión mediante toberas, integradas a modo de “ojos de personajes” de geometría abstracta que sirven de plenum de impulsión. Las luminarias se ordenan como una constelación en el techo inclinado y afacetado que irradia desde los personajes.
En cuanto a su desarrollo, el estudio optó por una construcción industrializada en base a nueve unidades hexagonales, completada con dos hexágonos adicionales descubiertos que sirven de patio de recreo, y un último hexágono con una envolvente calada que aloja las instalaciones. La fachada se resuelve con una doble piel: un panel sándwich arquitectónico de color naranja cierra y aísla el edificio; por delante una malla estirada plateada da profundidad a la envolvente y le da vida con un patrón superpuesto de pajaritas volando. Cada uno de los hexágonos se divide, a su vez, en dos módulos trapezoidales con cubierta a dos aguas. Todo ello con la intención de generar una estructura orgánica de fácil montaje y posibilidad de ampliación, que puede adaptarse a cualquier evolución o nueva necesidad.
La proporcionalidad se aplica a todo el proyecto, estipulando una dimensión del hexágono que se mantiene en todo el edificio y que se corresponde con la dimensión del aula tipo, establecida en 30m2 útiles. A su vez, el hexágono tipo se compone de dos módulos prefabricados trapezoidales de igual planta, fundamental para posibilitar su industrialización y transporte. A pesar del estilo industrial y de la construcción modular, este nuevo edificio se asienta sobre una superficie ajardinada, que ofrece a sus usuarios, los niños, un entorno verde y natural donde poder desarrollarse. Además, el hecho de ejecutar la obra con materiales ligeros y en los talleres incidió en la huella ecológica del conjunto, que necesitó de mucha menos energía que un edificio convencional para ser elaborado. La fachada del edificio, por su parte, se compone de una doble ‘piel’ que proporciona el mayor aislamiento térmico posible.

En el universo infantil la sorpresa y la fantasía juegan un papel esencial. Un concepto que no fue desdeñado por los arquitectos de ENERO Arquitectura. Si la fachada cumple una función en ámbitos de sostenibilidad también lo hace como elemento vinculado a la imaginación: los dos planos de diferente color y textura que la forman proporcionan al conjunto una tonalidad cambiante en función del punto de vista y la luz que incide en el edificio; la guardería es a veces rojo intenso y, otras, tiende a un tono anaranjado. Un juego cromático que prosigue en su interior, con una apuesta por colores cálidos que alterna los tonos naranjas y amarillos, que estimulan la vitalidad y la creatividad.

El hito que establece este proyecto se refiere también a sus plazos de construcción. A partir de la idea inicial consensuada con la propiedad y en un tiempo récord (poco más de seis meses) se llevó a cabo el proyecto y la construcción de esta guardería.

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