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Este es un breve resumen del Informe de Mercado Degussa quincenal

La farsa de la inflación
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La farsa de la inflación

jueves 09 de enero de 2020, 12:48h
Los bancos centrales de todo el mundo afirman buscar una «estabilidad de precios» asegurándose de que los precios de bienes de consumo no aumenten más de un 2 % anual. id:53949
Traducción del Degussa Market Report realizada por:
Es evidente que se trata de una farsa. Si los precios de bienes de consumo van subiendo con el tiempo, no hay que ser ningún experto para comprender que los precios no se mantienen estables. Además, si los precios de bienes de consumo aumentan con el tiempo, eso significa, a la fuerza, que el poder adquisitivo del dinero disminuye.

A medida que el dinero va perdiendo poder adquisitivo, las rentas y la riqueza se van redistribuyendo de forma sutil. Algunas personas y colectivos se enriquecen a costa de otros. Por ejemplo, los ahorradores y los trabajadores se quedan sin sus merecidas rentas y prestaciones de jubilación mientras aquellos que poseen bienes cuyo precio aumenta o aquellos que piden dinero prestado nadan en la abundancia. Es evidente que el sector bancario es uno de los mayores beneficiados con la devaluación monetaria.

La «inflación» es un aumento de la cantidad de dinero

Los bancos centrales son el origen del fenómeno según el cual todos los precios de bienes tienden a subir con el tiempo. Ellos ostentan el monopolio de la producción de dinero y aumentan –en estrecha colaboración con los bancos comerciales– la cantidad de dinero en circulación mediante una expansión crediticia, es decir, un aumento del suministro de crédito, que no está respaldado por ahorros reales. Huelga decir que el negocio de la producción de dinero resulta bastante lucrativo.

El aumento de la cantidad de dinero provoca, inevitablemente, una subida de los precios en comparación con una situación en la que dicho aumento no hubiese ocurrido. Esta no es una afirmación arbitraria, sino el fruto de un razonamiento lógico: al aumentar la tenencia de dinero de los ciudadanos, la utilidad marginal de la unidad monetaria adicional recibida disminuye, lo que significa que la utilidad marginal de otros bienes que pueden canjearse por dinero aumenta.

Pongamos como ejemplo que la cantidad de dinero que se encuentra en manos de agentes de mercado aumenta. La gente canjeará sus saldos monetarios –que, desde el punto de vista del tenedor, habrán perdido utilidad marginal– por otros elementos vendibles (cuya utilidad marginal habrá subido). A medida que la gente canjee unidades monetarias por otros bienes, los precios del dinero subirán (en comparación con una situación en la que la cantidad de dinero no hubiese aumentado).

La explicación IMPERANTE y sus problemas

Por supuesto, en la vida real, existen factores adicionales (como, por ejemplo, cambios en la demanda, la introducción de nuevos productos en el mercado, etc.) que interfieren en la relación entre el aumento de la cantidad del dinero y la subida de los precios de bienes de consumo. Esto, sin embargo, no refuta en modo alguno la premisa económica de que un aumento en la cantidad de dinero aumenta los precios de los bienes, en comparación con una situación en la que la cantidad de dinero no hubiese aumentado.

El aumento de la cantidad de dinero es la verdadera inflación; la subida de precios es solo un posible síntoma de un aumento de la cantidad de dinero. No obstante, los economistas de la corriente imperante suelen definir la inflación como una subida de los precios de bienes de consumo. Sin embargo, esto resulta problemático por dos motivos. En primer lugar, al equiparar la inflación con una subida de precios, la verdadera razón de esa subida de precios, a saber, el aumento de la cantidad de dinero, queda en un segundo plano.

A su vez, esto da lugar a explicaciones arbitrarias de por qué los precios de bienes podrían subir: jeques que fuerzan la subida de precio del petróleo, sindicatos que provocan aumentos de salarios, una economía por lo general boyante que adolece de carencias en factores de producción, etcétera. Todas esas pseudoexplicaciones desvían la atención del verdadero culpable, es decir, los bancos centrales que, en colaboración con los bancos comerciales, emiten dinero nuevo; de tal manera que la gente ya no es consciente de quién los está perjudicando.

El aumento de la masa monetaria provoca la inflación de los precios de activos

S&P 500: PIB nominal de EE.UU., y masa monetaria de EE.UU. M2(1)

Fuente: Thomson Financial; cálculos de Degussa. (1) Series indexadas (T1 1996 = 100).

Inflación de los precios de activos

En segundo lugar, los cambios de precios de bienes de consumo no nos cuentan toda la verdad, porque no tienen en cuenta los precios de activos como, por ejemplo, precios de acciones, precios de vivienda o precios del suelo. No obstante, el dinero de emisión reciente no solo suele aumentar el precio de los bienes de consumo, sino también el de los activos. Además, al igual que ocurre con la subida de los precios de consumo, la subida de los precios de activos reduce el poder adquisitivo del dinero.

En otras palabras: la inflación de precios de activos destruye el poder adquisitivo del dinero de la misma manera que la inflación de precios de bienes de consumo. Tomemos como ejemplo los precios del mercado de valores. Si los precios aumentan, digamos, desde los 100 dólares estadounidenses hasta los 200 dólares estadounidenses, el poder adquisitivo de la unidad monetaria se reducirá en un 50 %. El propietario de acciones se hace más rico, mientras que el propietario de dólares estadounidenses se hace más pobre. De hecho, esto es exactamente lo que ha estado ocurriendo durante las últimas décadas.

A efectos ilustrativos, podemos observar el gráfico anterior. Ese gráfico muestra la evolución de la cantidad de dinero, del PIB nominal y de los precios de acciones de Estados Unidos desde 1996 hasta otoño del 2019. En el periodo analizado, el PIB nominal de Estados Unidos aumentó un 4,3 % anual de media. La cantidad de dinero aumentó un 6,1 %, mientras que los precios de acciones subieron un 8,1 %. Los más observadores se habrán percatado de que estas cifras esconden un mensaje importante.

El aumento del suministro de dinero no solo provoca la subida de precios de bienes de consumo, sino también una tendencia al alza de todos los precios. A título de ejemplo, en el periodo analizado, de media, el PIB real de Estados Unidos subió en torno a un 1,9 % al año, mientras que los precios de bienes y servicios incluidos en el PIB estadounidense aumentaron un 2,4 %. Resulta evidente que ese «excedente de dinero» hizo que subieran los precios de acciones y de otros activos como, por ejemplo, la vivienda.

No debemos confiar en el dinero actual

La lección que debemos aprender es la siguiente: siempre debemos entender la inflación como un aumento de la cantidad de dinero. Debemos ser conscientes de que los bancos centrales y los bancos comerciales suministran un tipo de dinero que no mantiene su poder adquisitivo y que la mayoría de la gente sufre pérdidas si decide atesorarlo con el fin de almacenar riqueza. Es mejor no confiar en el dinero actual y mantener nuestro balance de transacciones lo más limitado posible. No caigamos en la trampa de la inflación.

Todo lo antedicho debe servir para animarnos a todos a exigir algo mejor, un dinero sólido: un dinero que se ajuste a los más altos estándares económicos y éticos. Este objetivo puede conseguirse simplemente abriendo un mercado libre del dinero en el que los ciudadanos tengan la libertad de elegir qué tipo de dinero quieren utilizar; y donde los espíritus emprendedores sean libres de realizar ofertas de dinero sólido a sus conciudadanos.

Un mercado libre del dinero (que sería equivalente a poner fin al monopolio de la producción de dinero que ostentan los bancos centrales) es algo sencillo de hacer en realidad. Solo hay que despojar a la divisa oficial de su estatus privilegiado de «curso legal» y retirar todos los impuestos sobre plusvalías y ventas en todos los medios que tengan la oportunidad de aspirar a convertirse en dinero, a saber, sobre todo el oro y la planta, pero también las criptomonedas.

Un mercado libre del dinero conseguiría maravillas. Muchos de los males que acechan a nuestro mundo actual –ya sea la inflación crónica de los precios, las crisis económicas y financieras, las burbujas, los gobiernos opresores («Estado profundo»), la pérdida de libertades, las guerras e incluso el agotamiento de los recursos naturales– desaparecerían de una vez por todas. Uno de los mayores retos de nuestra era es la reforma de nuestro dinero. La solución es abrir un mercado libre del dinero.

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