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“Las personas que consumen fotografía gastronómica no quieren ser engañadas”

“Las personas que consumen fotografía gastronómica no quieren ser engañadas”
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domingo 12 de diciembre de 2021, 09:24h
La proliferación del movimiento foodie ha propiciado una profesionalización de la fotografía gastronómica, con sus reglas específicas, sus dos y don’ts. id:78755
La fotografía gastronómica ha evolucionado de la mano de la cocina, experimentando un gran progreso en las últimas décadas. A través de publicaciones especializadas y de las Redes Sociales se ha abierto un gran ventanal para contemplar platos que, en muchas ocasiones, trascienden su original función de comunicación y se convierten en verdaderas obras de arte.

Los grandes cocineros de todo el mundo se han apoyado en fotógrafos profesionales para dar a conocer su cocina y esto ha favorecido un crecimiento exponencial de la fotografía gastronómica”, explica Salvatore Elefante, jefe de área de fotografía de LCI Barcelona. Podríamos decir que la experiencia gastronómica contemporánea, aparte de disfrutar del plato con la vista y el gusto, no es completa si no lo inmortalizamos: pensemos en el eat and tweet, los platos están pensados y compuestos para ser fotografiados porque es la mejor manera que los restaurantes tienen para darse a conocer. Actualmente, en la mayoría de los casos, antes de entrar en un restaurante, conocemos sus platos a través de las imágenes que los retraen.

Esta evolución de la cultura gastronómica junto a la proliferación del movimiento foodie (apasionados de la comida y la bebida) ha propiciado una profesionalización de la fotografía gastronómica, con sus reglas específicas, sus dos y don’ts.

La fotografía gastronómica va en la dirección de un cierto realismo fotográfico. Las personas que ven fotografía gastronómica no quieren ser engañadas. Hoy en día, por ejemplo, hay un trend muy específico en cuanto a un estilismo gastronómico que promueve el uso de cosas “buenas de comer” en los platos fotografiados”, explica Salvatore.

Hace dos años -añade- estaba fotografiando un helado con sabor a regaliz que era de color negro y el cliente quería que el cono también fuera negro. La cosa más inmediata y rápida era pintar el cono de negro, sin tener que preparar un cono ex novo con un colorante alimenticio. La estilista se opuso porque no respetaba su ética de trabajo”.

Evidentemente abrazar esta filosofía de la sostenibilidad tiene un impacto importante en los procesos de trabajo de las personas que se dedican a crear las imágenes, que van desde una organización específica de los tiempos de las sesiones fotográficas de manera que los platos estén expuesto el menor tiempo posible a la oxidación (que aparte de alterar el gusto de los alimentos, altera su estética y casi siempre a peor); hasta llegar a decisiones como la de no utilizar el retoque en las imágenes.

Es importante considerar como la cultura visual está intrínsecamente conectada con las realidades sociales en la que se despliega. El deep fake, las fake news, la inteligencia artificial, los algoritmos, etc. son temas preocupantes y de experiencia cotidiana en la comunicación contemporánea. Temas que, a menudo, llaman a un posicionamiento muy marcado por parte de todos los agentes que intervienen en el proceso de creación, difusión y consumición de las imágenes. Un posicionamiento que tiene un impacto importante en la tipología de imágenes que las personas y la industria quiere ver.

Aunque plasmar lo que comemos en distintas formas de arte viene de lejos, con el proceso de digitalización, la fotografía gastronómica se ha ido popularizado cada vez más hasta convertirse, con todo derecho, en una especialización fotográfica como, por ejemplo, la fotografía de arquitectura o la fotografía de retrato.

El ingreso de la fotografía gastronómica en el mundo del profesionalismo ha generado una demanda de profesionales modernos que, a través de sus imágenes, sepan evocar emociones, recuerdos, sensaciones para acercar la experiencia real del plato a un futuro comensal.

Si pensamos a los últimos dos años, a raíz de la pandemia, el sector de la restauración, que ha sido uno de los más penalizados, se ha encontrado con la necesidad de crear propuestas gastronómicas que pudieran ser disfrutadas fuera de los espacios típicos de la hostelería. Este gran esfuerzo creativo y profesional, para ser sostenible, ha necesitado del trabajo de creadores que han sabido trasladar la filosofía desde los fogones a imágenes que promueven el delivery como nueva forma de experiencia de las propuestas gastronómicas.

Esto es sólo un ejemplo de las habilidades que se le requieren a un profesional de la fotografía gastronómica que quisiera operar en este mercado en gran expansión. La fotografía gastronómica requiere un perfil polifacético con habilidades técnicas, sentido estético, habilidades de conceptualización, de comunicación y una gran dosis de creatividad que sepa responder a la demanda de un sector en continua evolución.
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