El Servicio de Estudios de MAPFRE explica desde Brasil la contribución del seguro de vida en la generación de ahorro y crecimiento económico. Toma como referencia 43 mercados, con los principales productos comercializados, así como los diferentes modelos regulatorios. id:59814
Los seguros de Vida, además de la compensación y protección personal que proveen a los asegurados y tomadores del seguro contra riesgos de fallecimiento y relacionados con la jubilación, juegan un papel central en el proceso de ahorro-inversión de la economía. Según se incluye en el informe Elementos para el desarrollo del seguro de Vida, elaborado por MAPFRE Economics, el Servicio de Estudios de MAPFRE, y editado por Fundación MAPFRE, las primas de seguros de Vida en todo el mundo alcanzaron los 2,82 billones de dólares en 2018. Y el 93,5% de este volumen se concentró en tres regiones: Asia (37,7%), Europa Occidental (32,8%) y América del Norte (23%). Desde el punto de vista de la penetración (peso que las primas de seguros, en este caso del segmento de Vida, tienen sobre el PIB de un país) representó el 3,2% del PIB mundial.
El comportamiento del ciclo económico es un factor clave del desarrollo de los seguros de Vida, de manera que crecimientos del PIB favorecen el crecimiento de las primas de los seguros de Vida, y viceversa. Es especialmente relevante en los productos de Vida riesgo y también tiene su influencia en los seguros de Vida ahorro e inversión. No obstante, en estas últimas líneas de negocio influyen también otros factores, como el comportamiento de los tipos de interés, los diferenciales de riesgo de los bonos de renta fija (soberana y corporativa) y, en algunos mercados, el comportamiento de los mercados de valores de renta variable.
«El tamaño del mercado de los seguros de vida en cada país es diferente y las razones que han influido en su desarrollo varían según factores reglamentarios, demográficos, económicos y sociales. En los países desarrollados, la cobertura de este seguro está más extendida en la sociedad que en los países emergentes, donde solo una parte de la población está protegida por un seguro de vida», dice Manuel Aguilera Verduzco, Director General de MAPFRE Economics.
En el estudio, presentado de forma online desde Sao Paulo (Brasil), se analiza con detalle una selección de mercados de seguros de Vida, la cual se considera representativa por su importancia a nivel regional, por el grado de desarrollo de los productos que comercializan y por su dinamismo. Esta selección de 43 países trata de cubrir un amplio espectro de productos de Vida ofrecido por las entidades aseguradoras en todo el mundo, así como diferentes modelos regulatorios, con el fin de identificar aquellas prácticas que puedan considerarse como referente a la hora de diseñar las políticas públicas orientadas a la protección de los tomadores de seguros, al estímulo al ahorro a través de este tipo de productos y a la estabilidad del sistema financiero global.
Por ejemplo, en el caso del mercado asegurador español, las primas de seguros de Vida ascendieron a 28.995 millones de euros, lo que representa el 2,4% del PIB frente al 4,3% de media en los mercados aseguradores desarrollados. Según se indica en el informe, el mercado español presenta un grado de desarrollo notablemente inferior a la media de los desarrollados y, por tanto, el tipo de productos que se comercializan tienen un menor grado de sofisticación. En este sentido, predominan los productos de rentas temporales y vitalicias, aunque el peso de los productos de capitales diferidos es también significativo. A su vez, desde el punto de vista de la distribución de productos, cabe destacar que el mercado de seguros de Vida en España se caracteriza claramente por el predominio, en primer término, del canal de bancaseguros, seguido por el de los agentes vinculados a las entidades. Por su parte, el canal de internet presenta todavía un peso muy poco relevante en cuanto al negocio intermediado.
La importancia de la regulación
Las políticas públicas son un elemento esencial para impulsar el crecimiento del ahorro en una economía y, en esa dimensión, para el empleo de los productos de seguros de vida como un instrumento para ello. En este sentido, tales políticas públicas pueden estructurarse en tres grupos: aspectos regulatorios (que implican el acceso al mercado, la estabilidad normativa de largo plazo para las empresas aseguradoras, los incentivos para la innovación y los elementos de conducta de mercado); participación en los sistema de pensiones (incluidos los sistemas de pensiones de empleo obligatorios y los planes de pensiones voluntarios); e incentivos fiscales (para los productos de ahorro e inversión, el riesgo de los seguros de vida y para evitar los desincentivos relacionados con la aplicación de impuestos indirectos).
«El desarrollo del segmento de seguros de vida puede ser un elemento clave en el diseño e implementación de políticas públicas dirigidas a aumentar la tasa de ahorro e inversión en una economía con los efectos positivos que estos fenómenos traen consigo en cuanto al crecimiento de la riqueza material y los niveles de bienestar de la sociedad», concluye Aguilera.
Puede consultar el informe completo aquí.