Si uno se pudiera podido imaginar hace un año lo que iba a suceder con las facturas de energía, ni siquiera los observadores más catastrofistas habrían podido pintar un escenario peor. Después de que los precios del gas y la electricidad se volvieran locos debido a la rápida recuperación post-Covid, a la disminución de las reservas nacionales y al aumento del precio de las cuotas para compensar las emisiones de CO2, que repercuten en los costes de producción de energía, llegó la guerra entre Rusia y Ucrania que pone en riesgo el 40% del suministro de gas europeo. Hoy en día, los imperativos de los gobiernos europeos son, por un lado, diversificar el suministro de gas y, por otro, impulsar al máximo la producción a partir de placas solares, fuentes renovables, biometano e hidrógeno, en un intento de aumentar nuestra independencia energética. Descubramos aquí qué podemos hacer los consumidores.
Lo primero es consultarpreciodelaluz.com y después ya podremos decidir apagar la calefacción o no utilizar el horno (y ciertamente algunos comportamientos más virtuosos contra el despilfarro, como bajar un grado la temperatura de la casa, deberían ser adoptados por todos). Lo que sí es cierto es que llevar a cabo medidas de eficiencia energética permite reducir el consumo sin cambiar drásticamente la forma de utilizar nuestros aparatos, y es el arma más eficaz de que disponemos.
El precio de la luz ha subido mucho en estos últimos años, el precio cambia a diario por eso les recomendamos verlo en páginas web como la consultarpreciodelaluz.com. En un momento como el actual, y con un escenario a medio plazo que sigue siendo muy complicado, merece la pena considerar una serie de intervenciones que pueden cambiar radicalmente nuestras facturas porque reducen la necesidad de calefacción, refrigeración y de suministro de todos los servicios eléctricos que toman energía de la red. Tres, en particular, son las áreas sobre las que hay que intervenir y que dan ciertos resultados.
Aislamiento del edificio: un revestimiento térmico puede reducir significativamente las necesidades de energía tanto para la calefacción (en torno a un 20% según ENEA) como para la refrigeración en verano; también mejora el confort de la vivienda y eleva la clase energética del edificio, aumentando su valor.
Instalación de un sistema fotovoltaico y solar térmico: un sistema fotovoltaico doméstico de autoconsumo permite reducir considerablemente la retirada de electricidad de la red pública; si además se instala un sistema de almacenamiento para guardar la electricidad producida y no autoconsumida inmediatamente, la autonomía energética (¡y el ahorro!) puede llegar al 80%. Los paneles solares térmicos, por su parte, permiten aprovechar el calor del sol, ahorrando, si el sistema está bien dimensionado, hasta un 75% del consumo para la producción de agua caliente sanitaria. También son útiles para apoyar el generador de calor para la calefacción, reduciendo el consumo hasta un 25%.
Sustituir una caldera por un generador de calor más eficiente: la sustitución de una caldera antigua por un generador de calor más eficiente también puede ayudar a combatir los altos precios de la energía. En este caso, no se reducen directamente las necesidades energéticas de la vivienda, pero sí el consumo gracias a la mayor eficiencia del aparato: la instalación de una caldera de condensación moderna puede ahorrar hasta un 30% del consumo de gas. Con una bomba de calor, además de mejorar la eficiencia del generador, también obtendrá una calefacción ecológica con cero emisiones locales, gracias a que estos aparatos no utilizan gas u otros combustibles fósiles para funcionar, sino la energía térmica gratuita y renovable del aire o del agua, así como una parte de la electricidad.
¿Puede utilizar también el tejado de su casa? La mezcla perfecta para el ahorro y la sostenibilidad medioambiental es la combinación de bomba de calor y sistema fotovoltaico, donde el consumo llega a ser casi nulo.