Cuna del vino D.O. Penedès, Vilafranca del Penedès se ha convertido en un fantástico destino para locales, nacionales y extranjeros gracias a sus atractivos: un gran calendario festivo durante todo el año, rutas medievales y modernistas, mercados, castellers y una gastronomía de altura, que por supuesto se marida con los mejores vinos. La conocida como ‘la capital catalana del vino’ ofrece infinitas propuestas a los viajeros que estén dispuestos a descubrirla…
Este municipio barcelonés -situado a menos de 50 kilómetros de la ciudad condal-, originado en el siglo XII, dispone de numerosos edificios de origen medieval, siendo los más atractivos la Basílica de Santa María, el Palacio Baltà, el Macià y el Palacio Real. Pero el modernismo también se instaló en él y a día de hoy puede verse a lo largo de sus ramblas, así como en la fachada del Ayuntamiento en la Plaza de la Vila.
El viajero que llegue hasta Vilafranca del Penedès encontrará un gran centro comercial al aire libre, iglesias góticas y un espacio que se ha convertido en uno de sus puntos fuertes, ya que en él se encuentra el Museo del vino -Vinseum-, en el que se da a conocer al turista su historia, por qué el municipio tiene tan íntima unión con él y el proceso de elaboración. De ahí que sea conocido como ‘la capital catalana del vino’, ya que cuenta con el cultivo de vid más antiguo de la comunidad.
El Museo de las Culturas del Vino, localizado en el Palacio Real, recibió el pasado mes el premio de la tercera edición de las Rutas del Vino de España de la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN) al Mejor Establecimiento Enoturístico. Es asimismo, el único museo catalán nominado al galardón de mejor museo europeo de 2015.
Pero su campanario de Santa María también es un símbolo de la ciudad, con una torre en el lateral de la Basílica de homónimo nombre con 116 peldaños. Tras la subida, se pueden apreciar unas magníficas vistas del municipio y de Montserrat.
Los villafranquinos o villafranqueses celebran numerosas festividades a lo largo del año, que atraen a locales, nacionales y extranjeros. Destacan entre todas sus celebraciones la Fiesta Mayor, declarada como Fiesta Patrimonial de Interés Nacional, que se celebra del 29 de agosto al 2 de setiembre, siendo su punto álgido la diada castellera de Sant Fèlix, que se celebra el 30 de agosto.
Además, Vilafranca acoge multitud de visitantes durante el Vijazz, donde cerca de 50.000 personas visitan durante un fin de semana la capital del vino para combinar los mejores caldos con el mejor jazz. Otra cita imprescindible para conocer la gastronomía vilafranquina es la celebración de la Feria del Gallo, que se celebra el fin de semana anterior a Navidad y donde se puede degustar la típica gastronomía local basada en la cocina del gallo negro con el maridaje de los mejores vinos.
Pero si hay una tradición que destaca por encima de las otras son las castells. Son las tradicionales torres humanas catalanas que se construyen normalmente durante las fiestas populares. Tienen varios pisos de altura y una antigüedad de más de 200 años. Fueron declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010.
Vilafranca cuenta con tres colles -grupos- castelleras: els Castellers de Vilafranca, els Xicots de Vilafranca y la Colla Jove de Vilafranca. La primera de ellas es la que lidera el panorama casteller desde hace ya muchos años, construyendo torres de hasta 10 pisos.
Se trata de todo un espectáculo, más relacionado con la técnica que con la fuerza, en el que participan las mujeres muy activamente desde 1980 -anteriormente lo hacían de forma esporádica-. De hecho, el lema de los castellers es ‘Fuerza. Equilibrio. Valor. Cordura’. Portan una vestimenta muy clásica: una camisa de color con el escudo de la colla, faja, pantalón blanco y pañuelo y acompaña la construcción de la torre la música de la ‘gralla’, un instrumento de viento, del tipo del oboé popular.
Igual de tradicional es también el mercado de época medieval que acoge el municipio cada sábado, con más de 200 paradas. Antiguamente, contaba con una ubicación concreta para la venta de cada producto. Actualmente, el mercado ambulante de los sábados cuenta con una distribución de sus paradas por el centro de la ciudad, de todo tipo, que atraen tanto el público de los alrededores como de otros lugares del país. Un paseo por el centro histórico, que combina pasado y presente y que marida tradición y el más moderno concepto de shooping.