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Preparando a los directivos del futuro

Xavier Fornt.
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Xavier Fornt.

OPINIÓN: Por Xavier Fornt, Profesor de Barcelona School of Management y ESCI - UPF

lunes 19 de marzo de 2018, 09:00h
Este artículo no es serio.
Tengo que manifestarlo así, de entrada, para que nadie se llame a engaño.

Estamos en las vacaciones de Semana Santa, y me permito la licencia de escribir un articulito muy ligero, refrescante, en tono de humor tal y como la época lo permite.

Es a la vez un muy merecido homenaje a las imprescindibles y simpáticas abuelitas que en esta época contribuyen al desarrollo de nuestra sociedad estando a cargo de los nietos cuando los padres deben trabajar aún.

Y, sin saberlo, estas maravillosas abuelitas están preparando a los directivos del futuro.

Una de las funciones básicas del Directivo, es tomar decisiones. Y todos estaremos de acuerdo que para ser un buen directivo, hay que estar muy preparado en esta faceta.

Pues bien, nuestras simpáticas abuelitas ejercen, y de qué manera, esa función de entrenar a los nietos en la toma de decisiones.

Veamos. Tras los buenos días, justo después de levantarse, ya está el niño ante su primera decisión:

¿Qué quieres, un zumo o un batido de chocolate?

El niño, aún somnoliento, ya debe tomar su primera decisión. A la que seguirán muchas otras, siendo normalmente la segunda:

¿Qué quieres ponerte hoy el polo amarillo o la camiseta azul?

La tercera, ya es mucho más difícil. Es un trilema:

¿Para desayunar querrás bocata de jamón, de queso o prefieres cereales?

Y así, una tras otra y a lo largo de muchas horas, el niño debe tomar decisiones.

Igual que los directivos. Y también igual que muchos directivos, el niño empieza a mandar.

¿Abuela quiero que para comer me prepares…(justo lo que la abuela no tiene).

Y entonces llegan las explicaciones, excusas, perdones, promesas, pero todo en vano.

El futuro directivo quiere… Y la abuela corre para complacerle. Y el futuro directivo se siente cada vez más importante.

Mientras tanto, el abuelo que contempla la escena entre indignado y socarrón, le dice al nieto:

¿Qué hacemos con la deuda griega?

Y el futuro directivo, lo mira perplejo, con cara de no entender nada y le da una respuesta muy de nuestro siglo:

Abuelo, no me rayes ¡¡¡.

Con cariño a todas las abuelas que preparan a nuestros futuros directivos.

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