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El aburrimiento en los viajes de trabajo

El aburrimiento en los viajes de trabajo
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Por Martín Marco
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noticiaseconomiadehoyes/8/8/22
economiadehoy.es
miércoles 18 de abril de 2018, 12:07h
Todos los que con frecuencia necesitan viajar por cuestiones de trabajo saben que los viajes suelen estar bien organizados y que tienen preparada una agenda durante su desplazamiento que, normalmente, no deja tiempo para dormir las horas necesarias

Pero de vez en cuando algo falla. Un retraso en el aeropuerto que lo trastoca todo, la anulación de un encuentro que nos había costado semanas concertar o el cambio de hora de la cita con un cliente, que él pide y que nosotros aceptamos sonriendo y diciendo que “no hay problema” pueden hacernos perder tiempo, modificar seriamente la organización del viaje u obligarnos pasar una noche más de las que estaban previstas en el destino.

Lo primero que se le ocurre a la gente -hombres o mujeres, da igual- que sufre estos inconvenientes es rellenar los tiempos muertos sin actividad laboral volviendo al hotel, para revisar correos electrónicos o conectarse a la aplicación de comunicaciones de su empresa. Es como si un sentimiento de culpa, por no estar haciendo lo que estaba previsto, nos obligara a seguir demostrando que trabajamos.

Pensemos un poco en nosotros mismos

Partamos de dos hipótesis bastante sencillas. La primera es que nosotros no tenemos la más mínima responsabilidad de la prolongación de nuestro viaje, ni de tener que dormir otra noche más fuera de casa. La segunda es que nos han enviado a Mallorca.

Quedarse en el hotel mirando la televisión parece bastante absurdo y, después de haber revisado convenientemente todos los correos y de tener ya la conciencia tranquila, lo mejor puede ser intentar conocer gente nueva y hacer contactos en Mallorca. Para conocer gente nueva podemos salir a la calle y entrar en un bar o dar un paseo, pero tampoco vamos a ponernos a hablar con el primer desconocido con el que nos crucemos.

Cuando anunciaban que la transformación digital iba a revolucionar todos los aspectos de la vida, pocos pensaron que también modificaría la de llegar a tener amigos o conocidos. Ahora es posible conocer gente a través de Internet, por lo menos de manera superficial pero lo bastante como para saber si nos agradaría tener una cita en persona. Los hábitos y las convenciones sociales han cambiado tanto que muchas personas reconocen e incluso presumen de que prefieren esta nueva manera de establecer relaciones.

La tecnología y la labor de programación que está detrás de los portales de contactos, citas o búsqueda de amistades, como queramos llamarlos, ha mejorado mucho en los últimos años. Si podemos pedir un crédito usando Internet a un banco con el que no trabajamos y, después de haber contestado a unas pocas preguntas, la aplicación nos dice si somos idóneos o no para la concesión del crédito, supongo que emparejar personas en función de sus domicilios, gustos, aficiones, estados civiles, estaturas o si les gustan o no los animales, entre otros detalles, no parece que, en base a esos datos, un algoritmo tenga mucha dificultad en establecer relaciones que, a priori, indiquen poca, alguna o mucha afinidad entre personas.

Mediante el ordenador o el móvil las personas tienen sus primeros contactos, se saludan, charlan y quedan para una cita o no. Si la cita acaba de una u otra forma ya es responsabilidad de ellos, normalmente los que no han sido veraces dando esos pocos datos que se les piden, fracasan.

A los que tenemos cierta edad nos puede parecer raro, pero hay que reconocer que este tipo de avances tecnológicos han venido para quedarse y que seguirán ganando usuarios. Al fin y al cabo la vida moderna, que tiene muchas ventajas, a veces nos impide salir del círculo de la familia y de los compañeros de trabajo. Intentar conocer gente nueva nunca está de más y lo podemos hacer usando Internet, por una vez, no para trabajar.

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