Amnistía Internacional vuelve a degradar sus funciones emitiendo un informe contra el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional de la República de Nicaragua con sesgados encuadres y bajo una intencionalidad política maliciosa.
El lamentable comportamiento de esta organización ha quedado demostrado a lo largo de su historia.
Existe un inventario de dudosas actuaciones que ponen en entredicho su labor. Veamos:
- Su pésima actuación y encubrimiento en la guerra de la antigua Yugoslavia.
-Informes que equiparan la violencia del estado israelí con la legítima defensa que hace uso el pueblo palestino. En este caso, la gravedad del asunto llega hasta que, la misma Amnistía Internacional de Israel, ha servido como un frente de propaganda que manipula informes y de esta forma desagraviar los intereses de Israel.
-En la invasión a Kuwait, perpetrada por el imperialismo/colonialismo estadounidense, el entonces presidente George Bush se amparó en un informe de Amnistía Internacional en el que afirmaba que los soldados iraquíes habían sacado a los bebés de sus incubadoras. Luego vino una gigantesca empresa de relaciones públicas estadounidense a finiquitar su trabajo. Amnistía Internacional había labrado el camino.
-2011- Amnistía Internacional de Francia jugó un papel decisivo en la difusión de la propaganda contra Libia antes del bombardeo de la OTAN.
-2012- Amnistía Internacional colocó carteles publicitarios en los EE.UU. en los que alababa las acciones de la OTAN en Afganistán.
Con estos antecedentes funestos y muchos más que, por cuestión de espacio no se pueden comentar, esta organización queda absoluta y rotundamente desacreditada para emitir juicios sobre una realidad que no tiene idea y no le interesa conocer. Su interés y objetivo para lo que fue creada es: manipular, tergiversar, servir de allanadora de camino para la propaganda. Triste papel que el imperialismo/colonialismo, al finalizar lo que Eric Hobsbawm llamó corto, pero violento siglo XX, le ha otorgado a organizaciones como esta.
Para que los informes y actuaciones mencionadas emitidos por Amnistía Internacional, puedan adquirir ese encuadre maledicente e inclinado se vale de:
- Meras argucias y tretas que pretende enmascarar de metodología.
- Informantes unidimensionales (nada que ver con el informante etnográfico) que disfraza de fuentes.
- Manipulación in situ (más allá de la manida imaginación de C. Wright Mills) que disfraza de trabajo de campo.
- Selectividad y clasificación arbitraria que disfraza de análisis.
Hay más, pero a estas nos referiremos ahora que le toca el turno a Nicaragua. Para elaborar los informes sobre Nicaragua, Amnistía ha utilizado únicamente como fuente una ONG abiertamente opositora al gobierno mucho antes del fallido intento golpe de estado, perpetrado por medio de un formato de guerra híbrida. El financiamiento de esta ONG proviene exclusivamente de la cooperación del gobierno de los Estados Unidos. Y a pesar que el CENIDH hizo uso de fotografías de personas vivas que residen fuera de Nicaragua, Amnistía y otras organizaciones, no fueron capaces de cuestionar la veracidad y la instrumentalización de las víctimas.
Así también, en Nicaragua, sus informes, los ha alimentado de fake news tomadas de las redes sociales virtuales, de los medios opositores al gobierno y de lo que se denomina selectividad del informante, consiguiendo con esto catalogar, clasificar e inventariar cuantas “víctimas” requiere, tal como lo ha hecho en los casos mencionados al inicio de este escrito. Es decir, el informante, la fuente es unidimensional en el más estricto uso de esta palabra.
Estos informantes han hecho de los acontecimientos en Nicaragua un auténtico monopolio de los Derechos Humanos y de lo que es peor, de la muerte de personas inocentes.
Ahora bien, esta organización ha entrado a otra fase con sus informes maliciosos en lo que corresponde a Nicaragua. Sin embargo, con lo señalado, su descalificación es total en lo que corresponde a pretender emitir otro informe, pero, su razón infamante, puesta al servicio de otros intereses no los detiene. En este sentido, Amnistía, dentro de su narrativa emite juicios de valor arbitrarios y habla de una supuesta degradación en materia de Derechos Humanos y pretende circunscribir esas afirmaciones retorciendo los hechos y las categorías. Por ello, sin pudor, sin empacho, transforma a un grupo de personajes adversos al gobierno y fuertemente vinculados con la derecha nicaragüense, ejecutores de la violencia extrema a la que sometieron al país: torturando, quemando a personas, a familias enteras, edificios públicos, masacrando policías, a trabajadores públicos y aterrorizando a pueblos enteros, en manifestantes pacíficos privados de libertad.
De igual forma vendrá con sus clichés de criminalización de manifestantes y opositores. Esta narrativa responde también, a querer justificar un relato que a todas luces genera dudas al preguntarnos ¿Cómo es posible que una institución policial como la nicaragüense reconocida por su labor comunitaria, su cercanía con la comunidad, ejemplar en el combate preventivo del crimen, de la noche a la mañana, un día haya decidido entregarse al irrespeto de los Derechos Humanos? Nicaragua, aún frente a los acontecimientos de los últimos meses, es el país con los índices de seguridad ciudadana más envidiables de la región, esto gracias a la cohesión social y por supuesto a la labor preventiva de la Policía Nicaragüense.
Cualquier experto en seguridad ciudadana sabe que los logros de las políticas de seguridad en Nicaragua se deben al modelo del alto nivel de integración de la Policía con su comunidad.
Por ello, son patéticos y fuera de foco los señalamientos de esta organización con relación a la Policía de Nicaragua. Es ignominioso cuando se lee, en estos llamados informes, que se pretende poner a buen resguardo a personajes que, no tuvieron el más mínimo reparo en violar, asesinar, torturar en los llamados tranques de la muerte.
No obstante, ahora que el cuerpo de seguridad de Nicaragua, con las leyes en la mano y las contundentes pruebas grabadas en teléfonos móviles por los mismos hechores, realiza su trabajo, Amnistía Internacional, de forma absurda e improcedente, tal como lo ha hecho a lo largo de su historia, demostrado aquí, pretende condenar el Derecho de hacer justicia con toda la legalidad que la constitución le confiere a la Policía Nacional de la República de Nicaragua. Este somero diagnóstico nos permite refrendar con autoridad que organizaciones como Amnistía Internacional no tienen credenciales metodológicas, ni éticas, aunque se le haya concedido el nobel de la paz. También se le concedió a gente como Elihu Root y Henry Kissinger. Estudiosos como Morris Berman demuestran contundentemente semejante desatino. Sugerimos, a Amnistía, que se realice un informe hacia adentro y quizá así podrá conseguir alguna credibilidad.
NICARAGUA QUIERE PAZ, NO INFORMES LLENOS DE MENTIRAS Y MANIPULACIONES.
Por todo ello, los firmantes rechazamos, repudiamos y refutamos, con toda la razón que nos asiste, el funesto y sesgado informe sobre Nicaragua que Amnistía Internacional ha presentado en Madrid.