El ahorro no es lo mismo que la privación de cosas necesarias, aunque la sociedad actual esté inundada de anuncios que nos quieren convencer de que necesitamos de todo. Un capricho es un capricho. Si nos damos un capricho todos los días, el capricho ya se convirtió en hábito. Y los hábitos pueden ser buenos o malos. ¿Realmente debemos tomarnos el café de todos los días, por la mañana ya que paramos un momento de trabajar? A lo mejor no es necesario que siempre pidamos que nos traigan la comida a casa o al trabajo para ganar tiempo.
Si estoy escribiendo sobre cómo ahorrar no es para proponerles ningún tipo de vida monacal, suponiendo que en un monasterio se viva mal. Quiero referirme a ese tipo de gastos que consideramos superfluos, a aquellos que, incluso, realizamos sin darnos cuenta. Pero sí cuentan y a crédito o al contado los pagamos.
Ahorrar es posible sin convertirse uno en un avaro que se va del bar antes de pagar la última ronda. Ahorrar no es sufrir, es pensar, es priorizar nuestros gastos. La libertad financiera no consiste en ser ni millonario y rico. Consiste en no deber dinero a nadie. O, al menos, a nadie que nos cobre intereses. Yo le puedo pedir algo de dinero a mi padre o a mi hijo para salir de un apuro, o porque quiero regalarle algo a mi mujer, pero sé que no voy a pagar intereses.
La política monetaria adoptada por el Banco Central Europeo, basada en la emisión de billetes con el fin de fomentar el consumo, ha logrado sus objetivos de momento. Pero estamos llegando al fin de este ciclo de bonanza, cuando casi nadie se ha enterado de que la crisis ya acabó.
Las autoridades monetarias de todos los países basan sus decisiones -raramente aciertan- en estadísticas. Ese es uno de los motivos por los que la Economía no es una ciencia exacta, ya que se tarda mucho en recopilar los datos pasados para que la predicción del futuro pueda sea acertada.
Pero cada uno en nuestra casa no necesitamos ni estadísticas ni predicciones. Solo un poquito de orden, tampoco mucho. Sabemos si llegamos a fin de mes o no. Con algo de disciplina -eso ahora ya suena mal, dejémoslo en “organización”- podemos controlar todos nuestros gastos personalmente con una hoja de cálculo o con aplicaciones disponibles en Internet. Invierta un poco de tiempo en descubrir y apuntar en qué se gasta el dinero. Y, por lo menos, descubrirá que casi 100 euros al mes son evitables. O sea, el sueldo de un mes, que podemos gastar en pagar por adelantado ese crédito que nos amarga o en irnos de vacaciones sin pagarlas con la tarjeta
Como la vida es como es pero cada uno la vemos de una manera distinta, en función de nuestra educación o de nuestros intereses, resulta muy difícil dar un consejo que pueda ser generalmente aceptado por todos para ahorrar dinero. Pero hay uno que suele ser bien recibido:
“Ahorra en las pequeñas cosas, y verás tu cuenta corriente subir como la espuma”.
Si (
No(
