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Opel Grandland X 1.2 turbo 130 CV

Opel Grandland X 1.2 turbo 130 CV
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El interesante tercer crossover de la marca

Por Mariano García Viana
domingo 09 de diciembre de 2018, 23:20h
Después del Mokka y el Crossland X, Opel ha lanzado un tercer modelo que se sitúa por encima de ellos, el Grandland X que, sin llegar a ser calificado por un SUV grande, ofrece más espacio y habitabilidad, a la vez que un diseño agradable y moderno.
Aunque dotado de solo tracción delantera, como la mayoría de los modelos del segmento B de los SUV al que pertenece, el aspecto desde luego es de lo más conseguido, en lo que se refiere a un vehículo todocamino, moderno, juvenil y con un aspecto verdaderamente aventurero, y desde luego con un aire Opel inconfundible. Uno de sus mayores logros es la utilización de eficientes motores, tanto en versiones diésel como en gasolina y precisamente dotado de este tipo de combustible es el empleado en la versión probada. Esta mecánica, aunque no lo parezca como ocurre en otros motores similares, utiliza solo 3 cilindros, pero con sus 1.200 c.c., dos árboles de levas en culata, inyección directa, turbo e intercooler, consigue la nada despreciable cifra de 131 CV a 5,500 r.p.m. y una no menos interesante cifra de par, 230 Nm a 1.750 r.p,m. Este pequeño (por su tamaño y sus reducidos cilindros), tiene un comportamiento singular. No suena como un tricilíndrico al uso, o sea han desaparecido esos plaff, plaff, que siempre les caracterizaba, sobre todo a altas vueltas. Su sonido no es ni más ni menos que el de un 4 cilindros bien insonorizado y equipado con la más moderna tecnología, turbo, intercooler, 2 árboles de levas en culata, inyección directa….. Pero además, es que su funcionamiento es superior a cilindradas más elevadas, o sea es perfecto. Empuja al coche con una gracia y rapidez dignas del aspecto de coche, es como si el propio motor quisiera transmitir el dinamismo de su línea con su comportamiento. Las prestaciones se cifran en los 190 km/h en lo que a velocidad máxima se refiere y en los 11,1 segundos en acelerar de 0 a 100 km/h. Por otra parte, el consumo es más que notorio, solo 5,1 litros a los 100 kms., aunque exijamos bastante a la mecánica.

La caja de cambios manual es de 6 relaciones, que muestran bastante largas, sobre todas las 3 últimas, lo que en ocasiones obliga reducir para conservar el régimen de giro, lo que le hace muy adecuado para circular por autopistas despejadas a pocas vueltas, elevadas velocidades y con un consumo reducido. Ahora bien, en las zonas viradas y con cuestas no hay mas remedio que reducir y así disfrutar de la alegría del motor. Las suspensiones, con McPherson delante, con su barra estabilizadora, y de rueda tirada atrás, se muestran bastante cómodas a pesar de tirar a duras, lo que hace que no permita balanceos excesivos de la carrocería. Las reacciones a los cambios de dirección en curvas sucesivas, son nobles y siempre predecibles. Los frenos están a la altura del resto del coche, es decir, frenan de maravilla y no muestran síntomas de fatiga en luna utilización intensa.

Como ya hemos insinuado, el perfil del Grandland es de lo más acertado del mercado, sin ser excesivamente extravagante, ni especialmente llamativo, sus formas están bien estudiadas y son profundamente armónicas y a la vez identificables con Opel, sobre todo en su inconfundible frontal. Efectivamente, la parte delantera es la que más identifica al modelo con la marca, Calandra negra de tamaño contenido, presidida por el logo de la marca y las dos “alas” cromadas que la escoltan. Los faros son de tecnología led y siguen las formas del capó motor. Más abajo dos formas negras laterales, con una línea cromada, dan personalidad al conjunto y ya más abajo, debajo de la siempre antiestética matrícula, la negra entrada de aire principal que abarca casi todo el ancho del coche, excepto una pequeña parte en cada extremo reservada para los antiniebla direccionales.

Lateralmente, es como se aprecia mejor el acertado diseño del coche. Unas sinuosas formas recorren la parte baja de las puertas, mientras que los protectores de plástico en gris oscuro, después de circundar los pasos de rueda, se ensanchan en la zona de las puertas y se prolongan por el paragolpes trasero formando parte de él. Otro original trazo en relieve une el intermitente lateral con los grupos ópticos traseros, pasando por encima de los tiradores de las puertas. En la superficie acristalada destaca la tercera ventanilla que, aunque como es habitual es de menor tamaño, en lugar de subir descaradamente hacia arriba, es casi horizontal como las demás, pero con su parte posterior muy inclinada, dejando un ancho pilar C en el que se “juntan” los dos colores que generalmente lucen los Grandland, en el caso de la unidad de pruebas azul para la carrocería y negro para el techo. La parte posterior muestra una luneta un tanto estrecha, pero que permite una buena visión posterior, que esta coronada por un ancho alerón que contiene la tercera luz de freno. Los grupos ópticos, con tecnología led, quedan bastante altos y por lo tanto hay una gran superficie de chapa hasta el paragolpes, en cuya parte inferior, de color aluminio, se muestran unas falsas rectangulares salidas de escape.

El habitáculo resulta amplio y confortable en líneas generales. Incluidos los asientos que mezclan el tejido con la piel, aunque la banqueta resulta algo corta en los delanteros. El salpicadero es bastante sencillo, aunque ergonómico y funcional. Cuadro tradicional, con dos grandes relojes para cuentavueltas y velocímetro, y sobre ellos los indicadores de nivel de combustible y temperatura, mientras que separando los principales una pantalla refleja los datos del ordenador y el estado del vehículo. En el centro del sencillo salpicadero se incrusta la pantalla multifunción de sencillo y fácil manejo, escoltada por las salidas de aire centrales. Bajo ella se sitúan los mandos de selección de funciones de la misma y más abajo, ya en la consola central los típicos botones auxiliares. La guantera tiene una buena capacidad y hay que destacar los numerosos huecos que se distribuyen por el habitáculo, incluido uno para la carga inalámbrica de móviles, bajo el apoya brazos central. Es de destacar lo luminoso en general que resulta el habitáculo al contar con un enorme techo panorámico. Los asientos delanteros sujetan bien el cuerpo y el trasero puede cobijar perfectamente a tres personas, aunque lógicamente el central viajará algo más incómodo al tener en la espalda el reposabrazos escamoteable. El maletero tiene una buena capacidad de 515 litros, que se puede ampliar hasta los 1.652 litros, si se abate por completo el respaldo trasero, que también, según las necesidades, se puede abatir 1/3 o 2/3. El espacio se puede dividir en dos por un tablero que deja bajo él un útil y discreto espacio. La apertura del portón es de accionamiento eléctrico y se puede abrir pasando el pie por debajo del paragolpes.

El Grandland X se puede decir que es un vehículo bien equipado, tanto en sistemas de ayuda a la conducción, como en los de seguridad e infoentretenimiento. Entre los primeros encontramos el de detección de peatones y frenado automático de emergencia, la alerta de somnolencia de conductor, el asistente avanzado de aparcamiento o la cámara de visión de 360º. También encontramos calefacción en los asientos delanteros y el volante, luces de curva, antinieblas….y un buen número de elementos más habituales en coche de este segmento. En lo que se refiere a los sistemas multimedia, está equipado con el sistema IntelliLink y el asistente personal de conectividad y servicio Opel OnStar, que ahora incluye nuevas posibilidades como la reserva de habitaciones de hotel y la búsqueda de aparcamiento.

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