El dinero es deuda o dinero fiat

La palabra latina “fiat” significa “hágase”. Así el dinero fiat, que es el único que se utiliza actualmente, es un dinero hecho por decreto, por la voluntad de los bancos centrales o de los gobiernos y carece de cualquier respaldo en reservas de oro o plata.

Esto es así desde que en 1971 Estados Unidos rompió los acuerdos de Bretton Woods y el dólar estadounidense dejo de ser convertible en oro. Esta medida tuvo una repercusión en las finanzas mundiales. A partir de ese momento todo el dinero en circulación es dinero fiat, que oficialmente tiene el valor que la ley le asigna, pero que en realidad vale si la gente lo acepta como medio de pago.

Y que el dinero fiat sea aceptado generalmente en las transacciones personales o entre multinacionales en sus transacciones internacionales depende de la fortaleza económica del país emisor. Actualmente, hay menos de 15 divisas convertibles que se aceptan en todo el mundo, dólar, euro, franco suizo, yen japonés, etc. El resto de las monedas solo tiene valor en su propio país y los particulares, empresas y gobiernos que usan estas monedas han de cambiarlas por divisas fuertes para cobrar y pagar sus intercambios comerciales internacionales.

Pero también los bancos crean dinero de la nada. Cuando un banco nos concede un crédito lo único que hace es apuntar en nuestra cuenta el importe de ese crédito. Para realizar esa operación no es necesario emitir papel moneda, pero el nuevo dinero que tenemos en nuestra cuenta es absolutamente legal.

Así, podemos afirmar que el dinero es deuda, ya que en tiempos de bonanza económica los bancos tienden a conceder más créditos, a más gente o empresas y no siempre con las garantías adecuadas.

Aunque los bancos centrales intentan controlar que los bancos no se excedan de sus posibilidades reales de conceder créditos, a través del coeficiente de caja, por ejemplo, que es la relación entre los depósitos que el banco tiene de clientes y el dinero que puede prestar, siempre es posible que el sistema falle y vuelva a fallar.

Según algunos autores, el problema radica en que para pagar los intereses de los créditos no se fabrica dinero. Los intereses cuando se pagan con nuevos créditos terminan generando grandes crisis económicas, como la del 29 o la más reciente de las hipotecas subprime o de alto riesgo que los bancos americanos concedían a sabiendas de que muchas personas no podrían devolverlas.

Aquí en España, hemos visto durante la, dicen algunos, pasada crisis como el cierre repentino del crédito por parte de los bancos -muchos de ellos se habían excedido en la concesión de créditos e hipotecas- llevaron a muchísimas empresas perfectamente rentables de todos los tamaños al cierre inmediato por falta de financiación.