El clima económico y político se presenta complicado para Europa. id:50570
Si observamos los datos macro históricos de EE.UU., vemos que la economía americana comenzó a desacelerarse en la primavera de 2018, antes de que la "guerra comercial" comenzara a recrudecerse, probablemente bajo el efecto de la presión a la baja sobre los márgenes empresariales.
Sin embargo, no hace falta decir que la guerra comercial ha amplificado la desaceleración de la inversión corporativa debido al aumento de la incertidumbre, arrastrando así al sector manufacturero hacia una recesión. A decir verdad, este punto de vista más cauteloso es común al consenso y también puede verse entre los inversores. Ante esta desaceleración, la mayor noticia es que las autoridades no han perdido el tiempo en elaborar un plan de ataque. La Reserva Federal y el Banco Central Europeo han sido muy rápidos en aligerar su política monetaria, y la posibilidad de poner en marcha nuevos estímulos ya se ha discutido a ambos lados del Atlántico, lo que es un buen punto de partida, pero no suficiente para revertir las previsiones.
La acumulación de riesgos políticos en toda Europa nos ha llevado a reducir nuestra exposición en renta variable a principios de agosto. Desde entonces, el colapso del gobierno italiano apoyado por la Liga Norte y los crecientes fracasos de Boris Johnson han trasladado estos riesgos hasta un otoño que se presenta complicado para Europa. Por ello, hemos decidido reducir nuestra exposición. Así, mantenemos la prudencia en líneas generales.
En los mercados de bonos, nos hemos beneficiado de la presión sobre los tipos a largo plazo en septiembre y hemos aumentado ligeramente nuestra exposición a los bonos soberanos. Aunque éstos tienen unas TIR inusualmente bajas, el empeoramiento del entorno económico nos recuerda que hemos de estar muy presentes en esta clase de activos.
De manera más general, seguimos buscando rentabilidad y para ello, hemos favorecido la deuda subordinada financiera, que ofrece unas rentabilidades relativamente buenas y unos fundamentales mejorados debido al aumento de los ratios de capital Tier 1. Respecto a la deuda emergente (divisa fuerte), creemos que puede beneficiarse de flujos procedentes de Europa, debido a unas mayores TIR tras el retorno del programa de expansión cuantitativa (QE).