En el año 578 el rey Leovigildo, tomando como referencia al Imperio Bizantino, fundó una ciudad a la que llamó Recópolis en honor a su hijo, el futuro rey Recaredo.
Así comienza la historia de un paraje increíble a tan solo 1 hora y 20 minutos de Madrid.
El Parque Arqueológico de Recópolis en Zorita de los Canes (Guadalajara) es un referente de nuestra historia. Fue en 1893 cuando Juan Catalina Garcia López, primer catedrático de arqueología de la Universidad Central de Madrid, rescató la verdadera localización de Recópolis.
Este investigador procedió a visitar todos los lugares alcarreños, realizando lo que para la época constituyó un ejemplar análisis arqueológico del territorio. Su conclusión fue que tal y como manifestaban las fuentes árabes y cristianas, ratificadas por sus investigaciones y análisis de los restos arqueológicos de las ruinas existentes en el Cerro de la Oliva en Zorita de los Canes, eran de la Ciudad de Recópolis.
En 1943, Juan Cabré Aguiló fue elegido director de las investigaciones que se llevaron a cabo entre 1945 y 46. Dada la importancia del conjunto descubierto la Real Academia de la Historia declaro Recópolis, Monumento Nacional.
Las excavaciones fueron interrumpidas después del fallecimiento de Cabré. En 1969 fueron reemprendidas por Eduardo Ripoll y la Universidad de Barcelona. De 1977 a 1981 se volvió a un nuevo proyecto de investigación desarrollado por un equipo dirigido por Manuel Fernández Miranda, Fernández Galiano, Rodrigo Balbín y Javier Lacasta, de la Universidad Complutense de Madrid, y el Museo de Guadalajara. Desde 1992 se inicio el actual proyecto de excavaciones promovidas por la Junta de Castilla la Mancha y dirigidas por Lauro Olmo, de la Universidad de Alcalá.
En medio de un paraje natural privilegiado paseamos por los yacimientos y encontramos molinos, acequias, el acueducto, canteras y caminos medievales, el palacio, restos de casas de la época, calles con sus tiendas, edificios administrativos, la iglesia palatina y el castillo musulmán y cristiano.
Esta mezcla de culturas nos dejó el ”tesorillo de las 90 monedas de oro (tremises)”, objetos de orfebrería, etc.
Todo esto bordeado por el río Tajo, olivares, jaras, romeros, frutales, huertas, pinares, encinas y gran diversidad de aves rapaces, como el águila real, águila perdicera, alimoche y buitre leonado.
El parque arqueológico se puede visitar de distintas formas: visitas guiadas y libres, rutas guiadas y autogestionadas, visitas teatralizadas y eventos, jornadas medievales, experiencias nocturnas, parque escuela de verano con sus talleres didácticos, cursos, exposición de los restos arqueológicos y merenderos.
La gastronomía de Guadalajara ofrece productos tradicionales elaborados según las costumbres más ancestrales.
Las migas, las gachas, platos de caza como perdiz, codorniz, conejo, jabalí, venado, etc.
Dentro de la extensa oferta de restaurantes, hemos escogido el restaurante de la Abuela Maravillas. Construido sobre un pilar de un antiguo puente del s.XVI, es una casa rural.
Con su tabla de quesos, guisos de carne, caza, foie, albóndigas, rabo estofado, espárragos blancos a la plancha, tataki de atún, parrillada de verdura, brownie con helado y muchos más platos dentro de un menú con un precio medio de 30€.
Tiene unas excelentes vistas al Tajo, donde se puede pasear en Kayak. En verano, el restaurante instala en su propia playita su terraza con mesas para comer y cenar.
En invierno, ofrece cálidas cenas con chimenea. Un lugar muy agradable para descansar. Este restaurante está a cargo de un equipo joven que, a través de su trabajo y amabilidad, ha conseguido las mejores críticas de las guías de restaurantes.
Para dormir después de un día lleno de emociones una buena opción es la Posada de Zorita de los Canes.
La Posada, rodeada de ruinas medievales, ofrece aire acondicionado y vistas al río Tajo. Tiene conexión Wifi gratuita, habitaciones acogedoras y la decoración en piedra y madera invitan a soñar.