Los investigadores, que han publicado su trabajo en el Journal of Clinical Oncology, se centraron en 15 tipos de cáncer y encontraron que, en siete de ellos, la reducción del riesgo asociado al ejercicio era particularmente importante (disminuciones de hasta 27%). id:66132
El portal de información al paciente
Cancer.net (de la Sociedad Americana de Oncología Médica) recoge que la actividad física está asociada con un
menor riesgo de desarrollar, entre otros, un tumor de
colon y de mama.
Para ello, recomienda reducir el tiempo dedicado a los dispositivos electrónicos para participar en deportes y actividades físicas. Limitar el uso de la computadora y de otros dispositivos electrónicos.
El Instituto Karolinska (Suecia) y la Universidad de Melbourne (Australia) examinaron los resultados de más de 750.000 personas sometidas a un seguimiento de más de 10 años.
Los investigadores, que han publicado su trabajo en el Journal of Clinical Oncology, se centraron en 15 tipos de cáncer y encontraron que, en siete de ellos, la reducción del riesgo asociado al ejercicio era particularmente importante (disminuciones de hasta 27%). Los mejores resultados se obtuvieron para los tumores de colon (descenso de entre el 8% y el 14%), mama (6% al 10%), endometrio (10%-18%), riñón (11%-17%), mieloma (14% 19%), hígado (18%-27%) y linfoma no Hodgkin (11%-18%).
Los científicos comprobaron que niveles más altos de actividad se asociaron con un menor riesgo de cáncer de mama, colon, endometrio, esófago y cáncer de cabeza y cuello. Por el contrario, más actividad no se tradujo en menos riesgo de cáncer de riñón y gástrico y de hígado.
Este trabajo pone de manifiesto que la relación dosis-respuesta es patente solamente en unos tipos de cáncer mientras que, en otros, como el de riñón o hígado, hacer más ejercicio del mínimo recomendado no consigue mayor protección. Hay otros factores como el consumo excesivo de analgésicos, el estrés, etc.
Miguel Ángel Seguí, del grupo de trabajo de ejercicio y cáncer de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), confirma la variedad de mecanismos que subyacen en la relación entre el cáncer y la actividad física, pero concede una relevancia especial al impacto de la obesidad y, precisamente, “son los tumores más vinculados a la obesidad (endometrio, mama, colon, etc.) los que registran una reducción más relevante del riesgo”. Cuando hacemos ejercicio de una hora se acaba el glucógeno y el músculo tira de las reservas de grasa. Den la obesidad intervine la deficiente u limitada flora intestinal, que, por cierto, hasta ella mejora con el mismo.
En el hígado, el ejercicio tiene un efecto directo sobre la glucosa, el glucógeno que será consumido en los primeros minutos y el metabolismo de los lípidos y puede disminuir el riesgo o revertir la enfermedad del hígado graso no alcohólico, un factor de riesgo emergente para el cáncer hepático.
Alejandro Lucía, investigador de la Universidad Europea, coincide con Seguí en que el beneficio de la actividad física sobre el cáncer obedece a diferentes razones. “El ejercicio hace más fuerte al sistema inmune contra el cáncer. Las células que mejor responden al ejercicio son las ‘natural killer’ (un tipo de linfocitos), que bajo los efectos de la actividad física se dirigen a los tumores y los infiltran”. A la vez, durante ejercicio, y como ya he descrito en otros escritos aquí mismo, “los músculos liberan a la sangre mioquinas, unas sustancias que tienen un cierto efecto antitumoral“.
Pero los beneficios de la actividad física no se manifiestan de forma inmediata, sino que lo hacen después de unas horas, cuando esas mioquinas se han liberado y también se ha regulado la adrenalina, lo que tiene un efecto antitumoral en cáncer de mama. Y creo que tampoco haciendo ejercicio tres días se consiga todo esto, debe hacerse todos los días y si se puede dos veces
Especialmente importante es el efecto antiinflamatorio del ejercicio, derivado de las mioquinas producidas por los músculos estimulados, y mejor con ejercicios de fuerza moderados. Muchos tipos de tumores -y otras enfermedades crónicas, como la artritis y la obesidad- se deben a un estado de inflamación sistémica crónica, y en esta línea, el ejercicio es uno de los principales antiinflamatorios que existen. Tenemos el aceite de oliva y las especies que actúan como tal.
Andar a buen ritmo, dejar a un lado el ascensor o las escaleras mecánicas, son recomendaciones sencillas para moverse más después de haber hecho deporte y tener como tarea el trabajo de ir limpiando nuestra mente de tanta basura que nos entra por todos lados, Ocupando la mente con criterios de higiene mental y así alejar el riesgo de cáncer.
UNA PEQUEÑA NOTA SOBRE LAS VACUNAS QUE LLEGARÁN
Las tres vacunas se han probado en grandes ensayos clínicos y han demostrado ser prometedoras para prevenir los síntomas de la enfermedad.
Pero ninguno ha demostrado que prevenga la infección por completo o reduzca la propagación de enfermedades en una población si no adoptamos a nivel individual medidas complementarias.
Esto deja abierta la posibilidad de que quienes están vacunados puedan seguir siendo susceptibles a una infección asintomática y puedan transmitir esa infección a otras personas que siguen siendo vulnerables. “En el peor de los casos, hay gente caminando sintiéndose bien, pero esparciendo virus por todas partes”, según el virólogo Stephen Griffin de la Universidad de Leeds (Reino Unido).