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Kia Sportage CRDI 115 CV diésel

Kia Sportage CRDI 115 CV diésel
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Interesante versión de entrada a la premiada gama del SUV medio de la marca

Por Mariano García Viana
lunes 26 de diciembre de 2022, 23:39h

Para ser el modelo de Sportage menos potente, su comportamiento mecánico no ha desmerecido en absoluto al resto de “hermanos” con más caballos y tecnologías electrificadas.

Efectivamente, después de conducir el más “pequeño” de los Sportage, hemos llegado a la conclusión que, por comportamiento mecánico y dinámico, es un coche a tener en cuenta para aquel que es más partidario de la tecnología convencional, sin necesidad en “meterse” en las más complicadas eléctricas, que desde luego son más caras. El CRDI monta un motor de gasóleo de 1.598 c.c. cuya potencia es de 115 CV a 4.000 r.p.m. y un par de 280 Nm entre 1.500 y 2.750 revoluciones. Un motor que, como ya hemos insinuado, nos ha gustado sobre manera, no solo por su consumo contenido que apenas llega a los 5 litros en una conducción mixta carretera y ciudad. Si no también porque, por un lado, es de los motores diésel de cuatro cilindros que hemos probado, y son muchos, más silencioso, tanto en velocidades altas o relaciones del cambio largas, un hecho normal al ir menos revolucionado, sino también en las cortas y arrancadas e incluso al ralentí, donde parece un motor de gasolina. Y por otro lado, por su dinamismo y rapidez de recuperación, con lo que gracias a esa alegría el coche, aunque tenga “solo” 115 CV y pese algo más de tonelada y media, se muestra ágil en toda circunstancia. No en vano este motor dispone de dos árboles en culata, inyección directa common rail, turbo de geometría variable e intercooler. Francamente nos ha gustado y mucho.

En cuanto a las prestaciones, la velocidad máxima es de 175 km/h y la aceleración de 0 a 100 km/h de 12 segundos y la recuperación desde 80 a 120 km/h, se cifra en los 11,7 segundos. Cifras no espectaculares, pero si lo suficientemente altas como para adivinar que se puede disfrutar de una conducción agradable sin caídas de potencia ni de par. Ya que hemos mencionado la palabra agradable, digamos que es ese el calificativo más indicado para adjetivar la conducción de esta versión del premiado Sportage, pues es dócil, con una dirección bastante directa, con unas suspensiones a base del sistema McPherson en el tren delantero y paralelogramos deformable en el trasero, con barras estabilizadoras en los dos. Además, la caja de cambios manual de seis velocidades, es muy suave de utilizar y las relaciones, bien estudias, contribuyen a fomentar la eficacia y la comodidad en la conducción.

La estructura de su chasis basada en la denominada arquitectura N3 que facilita también una conducción más dinámica y permite una adaptación de distintos sistemas de motricidad, como los que hemos probado en anteriores ocasiones y en la prueba actual. Los frenos, con discos ventilados delante y macizos atrás, responden muy bien sin apenas esfuerzo sobre el pedal y la amortiguación resulta lo suficientemente dura, para no permitir balanceos de la carrocería, pero con un gran poder de absorber las irregularidades del firme, sin que resulten molestos para los ocupantes.

Como el resto de las versiones del Kia Sportage, esta versión diésel pertenece a la quinta generación y como los demás, ha dado un salto rotundo hacia delante, no solo en lo cualitativo, sino también en lo estético, como ya ocurrió en su día con el que dio al pasar de la segunda a la tercera generación, en la que el nuevo modelo no se parecía prácticamente en nada a su predecesor. Desde luego, el Sportage actual es completamente distinto a su antecesor, ahora es algo más largo y ancho, aunque lo disimula bastante bien pues no lo parece. En líneas generales emplea el nuevo lenguaje de diseño de Kia, “Opuestos unidos” presentado el año pasado y que ya se ha empleado en el revolucionario EV6.

En la parte delantera se sigue utilizando, por decir algo, la parrilla característica de la marca Tiger Nose, pero reducida a la mínima expresión, ya que se convierte prácticamente en una estrecha abertura, que une ambos faros y que tiene una forma central que recuerda a dicha parrilla, pero desde luego hay que tener mucha imaginación para identificarla con la Tiger Nose. El protagonismo del frontal lo ejerce, por un lado, la gran entrada de aire, que estéticamente es la parrilla, de color negro y con un tramado que permite pasar aire y por otro, los faros Matrix Led, con forma triangular y recorridos en su parte interior por la luz de día en forma de boomerang. En la parte baja del paragolpes encontramos otra entrada de aire, con el radar de aproximación, dividida en tres, siendo los dos “trozos” laterales para refrigerar los frenos. En definitiva, un original frontal que transmite cierta rotundidad y solidez del modelo en esta visión delantera y que en esta versión diésel luce menos cromados que las versiones superiores como la GT-Line.

En la visión lateral se aprecia la gran inclinación del parabrisas, lo que le permite tener un generoso tamaño que llega casi hasta la mitad de la ventanilla delantera. Sinuosas formas recorren la parte media de la carrocería, que hacen resaltar los pasos de rueda, protegidos por una banda plástica. Por otra parte, una arista une prácticamente los dos citados pasos de rueda a la altura de las manillas de las puertas. También es de destacar que la ventanilla trasera se eleva en su parte posterior, dando más volumen a ese paso de rueda trasero. La visión del panel posterior esta dominada por los angulosos grupos ópticos de led, que por fin incorporan los indicadores de dirección, habitualmente situados en la parte baja del paragolpes, apenas visibles si estas cerca en ciudad, llueve intensamente o simplemente esta sucio el coche. Ambos pilotos están unidos por una sobresaliente línea negra brillante, mismo color que se emplea en la zona de la matrícula, mientras que en la parte más baja se aprecia un falso difusor de aire de color aluminio. En resumidas cuentas, una moderna y atractiva carrocería.

El interior es espacioso y ofrece una gran habitabilidad, destacando el espacio para las piernas, a las siempre “oprimidas” plazas traseras, de las más amplias de su categoría. El salpicadero transmite modernidad a la vez que funcionalidad. De entrada, destacan sobre todo las dos pantallas, la del cuadro de instrumentos y la del infoentretenimiento, pues las dos están integradas en una sola pieza o visera, que recorre casi dos tercios de todo el salpicadero. Ambas son de 12,3 pulgadas y la táctil esta ligeramente orientada hacia el conductor. Volviendo al cuadro de instrumentos, digamos que es una pantalla TFT de cristal líquido que ofrece unos gráficos precisos y claros, basados siempre en los dos indicadores circulares clásicos, para velocímetro y cuentavueltas. La pantalla del sistema multimedia también ofrece unas imágenes gran calidad, incluso las que recogen las cámaras de ayuda al aparcamiento. Es compatible con Android Auto y Apple CarPlay, lo que siempre resulta de mucha utilidad, aunque desde luego el navegador con el que esta equipado el Sportage funciona muy bien.

Escoltando la carcasa de las dos pantallas, encontramos dos originales salidas de aire en forma de L, aunque se conservan otras dos centrales debajo de la pantalla multifunción y debajo de ellas una estrecha y alargada pantalla que según la visión elegida, controla los mandos del climatizador bizona o el manejo del equipo de sonido, por cierto de excelente calidad. La consola en sí, toda ella horizontal, ofrece primero un hueco con tapa para la bandeja de carga del móvil y enchufes auxiliares, una parte sobresaliente en material negro brillante, que contiene la palanca del cambio y completándose la superficie con diversas teclas táctiles, para distintas funciones. Ya al nivel de altura del hueco mencionado se sitúan los portabotes de bebidas. Bajo el ancho del reposabrazos central también disponemos de un útil espacio. Tras él las salidas del climatizador hacen más agradable la temperatura en las plazas posteriores.

Los asiento, en lo que a los delanteros se refiere, sujetan muy bien el cuerpo y tienen una banqueta lo suficientemente larga para ofrecer una gran comodidad a las piernas, hecho este que se echa en falta en muchos otros coches. El posterior ofrece prácticamente la misma comodidad para dos personas, pues la central, al tener un mullido más duro y una configuración más válida para desplegar sobre ella el reposabrazos, resulta algo incómodo para un tercer pasajero. Este asiento se puede abatir y ofrecer una superficie de carga de 1.760 litros, siendo de 571 litros, la capacidad “normal” con el asiento en su sitio, una capacidad algo más pequeña que la de otras versiones de gasolina, debido al depósito de AdBlue.

Para terminar la descripción de esta interesante nueva generación del Sportage, destaquemos que en esta versión de diésel de entrada, dispone de un equipamiento completo, tanto en elementos de confort, como en los de seguridad y ayudas a la conducción, lo que da como resultado que la relación precio calidad sea más que interesante.

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