Superado el dilema de la legalidad, amasar dinero en metálico en casa puede traernos algún problema con el fisco. En principio, se puede tener en metálico todo el dinero que se quiera, pero con tres condiciones: que su procedencia sea lícita, que haya sido debidamente grabado y que pueda justificarse su origen. He aquí uno de los principales problemas del famoso “Bancolchón”.
Si acumulamos una gran cantidad de dinero en casa durante largo tiempo y, de repente, el capital vuelve a aparecer en el circuito bancario, porque se ingresa en una cuenta, Hacienda podría sospechar sobre su procedencia y solicitar al titular que la justificase. El problema llegaría en caso de no poder hacerlo, ya que la Administración podría considerarlo una ganancia no justificada y obligar al contribuyente a tributar por ella.
De ahí que, si optamos por almacenar una cantidad considerable de efectivo en casa durante un período de tiempo dilatado, debamos ser precavidos y guardar la documentación oportuna para cuando el dinero vuelva a aparecer de cara a la Administración. Sería aconsejable conservar los recibos del banco, en el caso de que el dinero se haya extraído de una cuenta, las nóminas, los recibos de cobros, etc.
Otro enemigo del ahorrador hogareño es la subida generalizada de los precios, algo que no todos los consumidores de a pie tienen en cuenta. Si el dinero acumulado no crece al mismo ritmo que el IPC, perderemos poder adquisitivo. Es decir, que si la inflación sube, pero nuestro dinero no genera intereses, el año que viene con la misma cantidad podremos adquirir menos productos y servicios.
Para combatir la inflación no basta con ingresar el dinero en el banco. Se tendría que rentabilizar como mínimo al mismo nivel que se hayan incrementado los precios. Según las previsiones del Departamento de Análisis de Bankinter, en 2017 el IPC patrio podría subir hasta el 1 %, por lo que sería necesario invertir el dinero y obtener una rentabilidad de como mínimo esa cifra, algo que afortunadamente aún podrían hacer los ahorradores más conservadores acudiendo a alguno de los depósitos bancarios que sobreviven por encima del 1 %.
Quizá sea el problema más evidente. Entre enero y septiembre se han registrado en España más de 85 mil robos con fuerza en domicilios, según el Balance de criminalidad publicado por el Ministerio del Interior.
Para evitar posibles robos, se puede optar por guardar el dinero en algún sitio oculto difícil de encontrar o en una caja fuerte pesada que no se pueda sustraer. Otra opción sería adquirir una caja de seguridad en un banco, pero a la rentabilidad inexistente habría que sumarle el precio del servicio.
En caso de robo, el seguro del hogar podría cubrir las pérdidas del dinero en efectivo. Sería importante averiguar las coberturas del seguro y sus limitaciones y, sobre todo, si cubre elrobodel dinero que estuviese fuera de una caja fuerte.
El fuego no es un buen aliado del papel moneda. En caso de incendio, los billetes almacenados en casa podrían quedar sumamente deteriorados. Para combatir los efectos de las llamas, podría optarse por una caja fuerte ignifuga.