Las previsiones de crecimiento del PIB mexicano –en torno al 2% en 2017 y 2018- podrían empeorar si la nueva Administración estadounidense renegocia el Tratado de Libre Comercio, imponiendo aranceles a los productos mexicanos y controles de capital sobre remesas. La mayor inseguridad económica también podría obstaculizar la inversión extranjera directa en México, especialmente en el sector petrolero. La depreciación del peso afecta especialmente a las empresas que dependen de bienes importados o están endeudadas en dólares estadounidenses. Los principales sectores afectados serían automoción, electrónica, maquinaria y petróleo. La liquidez de las empresas se ve mermada si no puede trasladar a sus clientes los incrementos de costes. Algunas ya han comenzado a retrasar pagos, esperando que el peso se fortalezca de nuevo.
Canadá, quinto mayor productor de petróleo del mundo, se ha visto afectada por la disminución de los precios del crudo. El potencial de la industria manufacturera para compensar el deterioro en el sector de la energía es limitado, ya que el sector ha perdido competitividad internacional y su contribución al PIB ha disminuido de forma constante en los últimos años. En ese entorno, las insolvencias corporativas canadienses aumentarán un 2% en 2016. De cara a 2017, la incertidumbre ha aumentado tras el resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Cualquier iniciativa de la próxima administración estadounidense hacia políticas comerciales más proteccionistas o la renegociación del acuerdo de Libre Comercio de América del Norte tendría un potencial impacto negativo en la economía canadiense.
En Estados Unidos también se espera que las insolvencias empresariales cierren 2016 con un incremento cercano al 4%, ya que las empresas exportadoras luchan con la pérdida de competitividad debido a la fortaleza del dólar y a los continuos problemas del sector de petróleo y gas, donde la pérdida de beneficios ha obligado a muchos negocios a declararse en bancarrota. Un número significativo de empresas muy apalancadas durante el período expansivo afrontan ahora la reducción del acceso a la financiación bancaria y los mercados de capitales. Se prevé que el crecimiento económico de Estados Unidos se desacelere en 2016 y vuelva a rebotar en 2017. El consumo de los hogares representa casi el 70% del PIB de Estados Unidos y ha sido el motor más importante del crecimiento desde 2014. Se espera que el consumo privado siga sosteniendo el crecimiento económico de Estados Unidos, animado por la fortaleza del dólar.