Esto no quiere decir que se obvien los requisitos y exigencias de la restauración organizada, «algo de lo que tiene que ser consciente el emprendedor que quiera triunfar. Para lograrlo, basta seguir nuestras directrices, fruto de la experiencia de todo el equipo que conforma la marca y de los años que lleva en marcha. No en vano, contemplamos unos procesos de trabajo estandarizados y contamos con proveedores previamente seleccionados», explica Emilio Rodríguez.
La formación que proporciona la enseña a sus franquiciados abarca el aprendizaje de todas las áreas operativas del negocio (ventas, aprovisionamiento, control de calidad…), y el manejo de las herramientas de gestión.
«Durante dos semanas los asociados acuden a la central para recibir la formación inicial en todo lo relativo al modelo de Piccolo Andrea», señala Emilio Rodríguez, quien aclara que «durante la primera semana de arranque del restaurante, un equipo especializado en operaciones les acompaña para garantizar el éxito en la apertura y su mejora continua».
Además, la enseña contempla otras formas de adhesión a la cadena, como la conversión de restaurantes que estén en funcionamiento, la concesión de franquicias maestras para el desarrollo en ámbitos territoriales, o el acuerdo de “retrofranquicia” para alguno de sus establecimientos propios.