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La ciudad señorial de aquí al lado, LISBOA

María Moreira | Lunes 26 de octubre de 2015

Los 5 días de un puente bien aprovechado en una ciudad llena de luz y olor a mar.



Decidimos ir a pasar el puente a Lisboa. Una ciudad acogedora, romántica, señorial y donde se come muy bien.

Dudaba si viajar en avión, tren o coche. En avión tardaría unas 3 horas, no porque sea largo sino porque entre que tienes que estar 1 hora antes en el aeropuerto, luego siempre tienes algún retraso y el viaje que dura cerca de 1 hora y 15 minutos. El coche es otra opción, el viaje no es largo, 6 horas y media aproximadamente, paisajes bonitos, autopistas que seguramente estarán llenas de gente. Total que al final cogimos el tren. Va por Salamanca, es verdad que aún no hay AVE, seria genial hacerlo en 3 horas y media como está previsto. Compré los billetes en el Tren Hotel Lusitania, que une la capital de España con Lisboa, es uno de los trenes que Renfe utiliza para realizar los viajes de larga distancia por la noche, de forma que el viajero se desplaza de manera muy cómoda y aprovechando al máximo los días. Viajas de noche y el viaje se pasa volando, el pasajero amanece en el centro de la ciudad.

Sale de Atocha o de Chamartín a las 22 hs. y llega a Lisboa estación de Santa Apolonia a las 8 de la mañana del día siguiente. Duración del trayecto: 9 h. y 5 m.

Dispone de servicio de cafetería y restaurante. Clases: Turista, Cama Turista, Cama Preferente y Cama Gran Clase. Precio en preferente unos 116 euros.

Nosotros teníamos un compartimento de clase preferente, por lo que no compartíamos con nadie. Nos sorprendimos al verlo, ya que era muy cómodo, con las dos camas y lavabo, el personal de a bordo muy atento, nos entregaron los elementos de aseo personal que incluye toallas. Dormimos toda la noche y a la mañana nos despertó la azafata para que pasáramos a tomar el desayuno incluido en el billete. No lo hicimos, preferimos desayunar en la ciudad.

Los viajes nocturnos en tren tienen el encanto que nos lleva a recordar los clásicos convoyes como el Orient- Express que cruzaban Europa. Hacerse con una cabina gran clase con servicio vip, similar a una habitación de lujo de hotel, que puede ser doble o individual. También hay cabinas turista con cuatro camas que puedes compartir con toda la familia.

Existe también la posibilidad de viajar sentado. Es un poco más incómodo que los coches cama pero mucho más económico y apto para espaldas poco exigentes. El precio de la butaca en clase turista es de 60,10 euros. También hay posibilidad de elegir butacas súper reclinables que ofrecen prestaciones similares a las de una cama.

Día 1

Llegar a Lisboa, a las 8 de la mañana. Salir de la estación de Santa Apolonia y coger un taxi hasta nuestro hotel. El olor de la ciudad es inconfundible, huele a mar, a frescura, ves la gente saliendo a trabajar, todo es luz.

Llegamos al hotel nos instalamos y lo primero, nos cambiamos de ropa. Sí, porque pasear por Lisboa es cansado, las colinas arriba y abajo, la calzada romana por toda la ciudad hace que se resientan las piernas. Salimos del hotel y a desayunar, nos vamos a la pastelería Suiça, esos pasteles maravillosos con mezcla de culturas, inglesa y francesa. El café uno de los mejores del mundo. Yo decidí por tomarme un galao, es un café con leche en vaso alto. Después pedimos varios Pasteis de Nata, y una Bola de Berlim. Pero escoger no era fácil entre, Palmier, Jesuíta, Alsaciano, Bolo de Arroz, Parra, Mil Folhas, Queque, Travesseiro, Bom Bocado, Bris, Esquimó, Pata de Veado, Orelha, Rim, Caracol, Bábá, etc. Increíbles todos.

Después un paseo por la baixa lisboeta, Rossío, Parque Eduardo VII, Terreiro do Paço para ver como el rio Tejo se hunde en el Oceano.

Alrededor de las 12, empezamos a buscar un restaurante para comer. ¿Pero barato o caro? Fuimos a uno barato por aquello de que íbamos vestidos de guiris. Nos acercamos al Lisboa Cheia de Graça, Rua da Atalaya, que rico todo. El bacalao maravilloso (lo hacen de mil maneras) el vino increíble, el postre para morirse.

Bien es hora de siesta.

Por la noche ya vestidos formalmente, cenamos en una casa de fados. Buena cena y fados típicos, nostálgicos. El Club del Fado, Rua Sao Joao da Praça es una de tantas casas que existen en esta ciudad.

Día 2

Empezamos nuestra ruta de visitas. No queríamos alquilar coche, porque Lisboa tiene metro, autobuses y trenes a todas partes, y así veríamos el paisaje sin tener que estar pendiente del tráfico. Nos fuimos hasta Sintra. El tren es una opción estupenda. Lo coges en la estación del Rossío y vas viendo el paisaje por todo el malecón lisboeta.

Sintra es un lugar mágico, maravillosos sus palacios, sus jardines. Paseamos por el pueblo y después nos acercamos hasta una de las muchas playas cercanas. De ahí a Estoril, a comer rico pescado y darte una vuelta para conocer donde D. Juan de Borbón y familia estuvieron viviendo durante años.

Nos acercamos al casino, echamos unas monedas en las máquinas. El casino de Estoril es uno de los más antiguos de Europa, tiene gran afluencia de público y por la noche un espectáculo muy ameno. Los grandes artistas portugueses y extranjeros suelen escogerlo por la gran afluencia turística. Hacia las 6 nos fuimos a Cascaes, para ver a Boca do Inferno. Un lugar precioso pero extremadamente peligroso. Más de uno se ha suicidado en ese acantilado. Preciosas playas. Buenos restaurantes.

Cogimos el tren de vuelta hacia el Rossío. Vuelta al hotel y preguntamos por un restaurante de la nouvelle cuisine portugués. Nos dieron tantas recomendaciones que nos costó decidir. Al final optamos por Varanda en el Hotel Ritz. Una cena de ensueño, comida y trato elegante, productos de calidad, bien cocinados, raciones correctas, platos equilibrados, buena relación calidad precio, el servicio atento y elegante. Muy recomendable.

Portugal tienes unos horarios diferentes a los nuestro se come entre las 12 y las 4 de la tarde y se cena desde las 7.30 hasta las 12 de la noche.

Hoy por la noche toca discoteca. En la zona de la Expo o sea Campo das Naçoes, hay unos bares, restaurantes, discotecas de moda que alucinas. La vida nocturna de Lisboa es probablemente una de las más divertidas de todas las capitales europeas. Hay muchos ambientes diferentes, así que todos podemos encontrar aquel que más nos apetezca en cualquier momento y día. Hay bares tranquilos donde tomar una cerveza, ambiente informal en el Bairro Alto para comenzar la noche, terrazas como las de Docas de Alcantara o Parque das Naçoes con vistas al rio Tejo ambas. Y discotecas como Lux, Avda Infante D. Henrique en Santa Apolonia propiedad del actor John Malkovich.

Terminamos a las tantas e hicimos amigos con los que quedamos para el día siguiente.

Día 3

Continuamos con nuestro tour de conocimiento y nos fuimos a ver el Castillo de San Jorge. Unas vistas preciosas de Lisboa. En portugués Castelo de Sao Jorge, son las ruinas de un castillo en la colina de Sao Jorge. Conocido como Castelo do Mouros. Posicionado sobre la más alta colina del centro histórico. Tiene unas vistas de la ciudad y del rio Tejo impresionantes, el gobierno portugués lo conserva a conciencia. El recinto cuenta con aproximadamente 6,000m2. La edificación de varias torres y garitas, foso y patios grandes. Las investigaciones han sacado a la luz evidencias de ocupación humana desde al menos el siglo VI A.C., por los fenicios, griegos y cartaginenses. Por la conquista de Hispania, por las legiones romanas, cuando era líder Viriato. En fin una maravilla.

Vuelta al centro y vamos a comer a un restaurant low cost, escogimos la Taverna Imperial, Praça dos Restauradores. Comimos un plato combinado que bien podría ser para cuatro. El Bitoque: patatas fritas, filete, ensalada, huevo, vino y postre por 25 euros.

Hoy no dormimos siesta nos adentramos en la Estufa Fría. Un jardín invernadero que no podíamos dejar de ver, muy cuidado y con plantas de todas partes del mundo. Los jardines silenciosos te animan a sentarte con un libro y pasar una tarde bucólica. Salimos a tomar una copa y nos acordamos que nos habían recomendado tomar una ginginha.

La casa Ginginha, Largo de Sao Domingo. Ginginha es el licor obtenido de la maceración de la cereza. Es muy popular en Portugal. Es costumbre servirla con la cereza en el vaso. De ahí muy alegres nos fuimos de compras por la zona más cara de Lisboa. Menos mal que no nos afectó la ginginha, porque todo lo que vimos nos gustaba y daban ganas de comprar.

Las mejores tiendas de lujo, están en la Av. da Liberdade, Louis Vuitton, Prada, Dolce y Gabbana, Gucci Buberry, y también comercio tradicional. Luego vimos la otra zona donde comprar es una delicia, el Chiado la zona elegante e histórica de las compras. En el Chiado encontramos una de las tiendas con más historia de Lisboa la Guanteria Ulisse (Luvaria Ulisse), Rua do Carmo. Una joya del centro lisboeta que conserva su decoración intacta desde que abrió sus puertas. También Joyerias, Lingerie, Corte Inglés, Zara, etc. Esta ciudad tiene de todo.

Y para finalizar el día quedamos con nuestros amigos portugueses de la noche anterior para cenar. Nos llevaron a Tavares, uno de los restaurantes más antiguos, Rua da Misericórdia. Una gozada de cena. Nos llevaron después a Kapital (Av. 24 de Julho) a bailar toda la noche.

Día 4

Esta mañana está un poco gris, pero la temperatura es muy agradable, así que vamos a cruzar el rio Tejo hacia Cacilhas, Almada y Costa de Caparica.

Pero antes dimos una vuelta por la plaza de toros, Praça de toiros do Campo Pequeno, Avda. da Republica. Está inspirada en la plaza de toros de Madrid. En Portugal los toros son lidiados con los cuernos cortados. La primera lid es en el primer tercio y es a caballo, la segunda a pié con capa, muleta y banderillas. La tercera la más esperada por todos es, la Pega de Caras. Se trata de que 8 hombres se enfrenten cara a cara con el toro hasta inmovilizarlo, sin protección, cuerpo a cuerpo. Al final retiran al toro vivo de la corrida rodeado de vacas.

Cogemos el barco hacia Cacilhas, parada obligatoria para hacer fotos de rincones guays. Tiene buenos restaurantes y bares muy típicos. De aquí salen los buses hacia las playas más reconocidas de la zona, Caparica, Fonte da Telha etc...

Seguimos hasta Almada, es una ciudad con aproximadamente 101.500 habitantes. Visitamos el Santuario Nacional de Cristo-Rei, es un monumento religioso, santuario al Sagrado Corazón de Jesús. Almada llena de centros comerciales, avenidas bulliciosas, algún hotel de 4 estrellas. Cuenta con varios hospitales modernos, universidades, su propio campo de futbol, alguno de los jugadores del Benfica han salido de aquí.

Preguntamos por la parada del bus hacia las playas, muy amablemente nos indican la parada, curiosamente todos los portugueses entienden perfectamente el castellano y hasta lo chapurrean, ¡genial!

A la playa de Caparica que nos vamos. Ir en bus nos ayuda a conocer el paisaje. Tardamos 30 minutos en llegar a Costa de Caparica, playa de pescadores. Hay 28km de playas de arena blanca y fina. A los surfistas les encanta por las olas de más de 8 metros. Paseamos por el pueblo, vimos como la multiculturalidad predomina en este país: blancos, negros, mulatos, indios. Compramos algún souvenir para la familia y vamos a comer al restaurant O Barbas. Vistas al Océano, pescadito recién traido del mar tambien platos africanos. Su dueño Antonio Ramos desde hace muchos años pone interés en que el ambiente sea tanto africano como portugués por lo que la comida es un poco de cada. La música africana y la portuguesa se mezclan durante nuestra comida.

Tomamos el café en el Hotel Ever Caparica. Queríamos conocerlo por su situación en primera línea de playa, es perfecto para nuestras vacaciones de verano y además nos gustó mucho el trato. Allí nos recomendaron un lounge bar para tomar un digestivo mirando el mar y allá que vamos.

Nos sentamos en la mejor zona del bar para degustar algún que otro coctel y disfrutamos de los rayos de sol de la tarde mientras veíamos como la gente se lo pasaba en grande bañándose en el mar. Terminamos la tarde cogiendo el txu-txu que nos llevó hasta la última playa (Fonte da Telha), tiene paradas en todas las playas de estos 28km. Súper divertido y muy agradable. Volvimos a Costa de Caparica.

Para llegar hasta nuestro hotel desde allí, nos atrevimos a coger un bus que hace el trayecto Costa de Caparica directo a Lisboa pasando por el Puente 25 de Abril. Lisboa tiene otro puente (Vasco da Gama) que desatasca bastante el tráfico diario.

En Lisboa cogimos el metro y en 10 minutos estábamos en la puerta del hotel. Nos dimos una ducha e hicimos el plan en papel del día siguiente para tratar de apurar al máximo las horas de visitas a museos y exposiciones. Museo dos Coches, Monasterio de los Jerónimos, y el Gulbenkian. Cenita a las 8 en Belcanto, Largo de Sao Carlos restaurant con estrella Michelin cuyo chef José Avillez cocina de ensueño. Copita en el Budha bar (Gare Marítima de Lisboa) y a dormir.

Día 5

Ultimo día del viaje y lo hicimos a lo grande. Hoy nos vamos en eléctrico a todas partes. O sea en tranvía, que aunque más lento que el metro tiene su encanto. Directamente al Museo dos Coches, un museo donde vimos los carruajes antiguos de todas las épocas. Nos dimos un atracón de comida portuguesa a base de mariscada (muy barato). El monasterio de los Jerónimos igualito al del Escorial en Madrid y vimos la pintura del museo Gulbenkian.

Antes de irnos hacia la estación, pasamos por la Confeitaria Nacional, Praça D. Pedro IV Rossío para tomarnos los últimos pastelitos y comprar algunas cajas de dulces para los amigos.

Recordando y revisando las fotos que hicimos nos dimos cuenta que los 5 días se nos habían pasando volando y queríamos continuar viajando por este país unas semanas más. Estando tan cerca creo que es pecado no venir y conocer una zona de la Península Ibérica que nos es tan familiar.

Volveremos muy pronto estamos seguros.


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