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Nikkei 103. La apuesta por Japón del chef Roberto Sihuay

Roberto Sihuay
Sábado 25 de febrero de 2017
Las técnicas japonesas se alían con el producto y las salsas peruanas en el nuevo restaurante Nikkei 103, la apuesta por la fusión japo-peruana del grupo de Ceviche 103 en Barcelona.

Técnica, firmeza y concepto. Producto, sabor y color. De la unión histórica de dos culturas gastronómicas habla el nuevo restaurante de la familia de Ceviche 103.

Cogiendo el apellido, Nikkei 103 es la apuesta por mostrar las virtudes culinarias surgidas de la inmigración japonesa a Perú y de cómo unos y otros unieron saberes para potenciar fortalezas. Así se relata en el restaurante, con barra de sushi y tejidos peruanos, donde el sushi se matiza con salsas andinas, los anticuchos pasan por robata y los ceviches y tiraditos juegan con tatakis y dashi a nuevos sabores en boca. Es Nikkei 103, “un canto de amor para demostrar todo lo que somos”.

Abrió sus puertas a principios de año de la mano de un grupo de amigos peruanos que ya se divertían en Ceviche 103. Gary Llempén, Álex Luna y el chef Roberto Sihuay querían crecer y mostrar todas las posibilidades de la cocina nikkei, “más espectacular por producto, evolución y técnica”, explica Luna. Llegó el espacio y no dudaron. Anexo a Axel Hotel, el local les permite jugar con conceptos y gastronomía, y presentar un restaurante versátil en todas las franjas horarias.

El leit motiv, una gastronomía japo-peruana “que se inventa cada día”, que permite combinaciones y juega con productos –algunos de ellos importados directamente de Perú-, una gastronomía que Nikkei presenta con precios abiertos al gran público.

Una gastronomía con opciones
El chef de Nikkei 103, Roberto Sihuay idea y propone, mezcla con coherencia y deja que la robata y el fuego aporten calor y sabor. Ceviches, tiraditos, nigiris y uramakis presiden su partida fría, la que surte a la vista del comensal en la barra de sushi. Nada es baladí. Combinaciones de productos, texturas y sabores muchas veces acabados con soplete final. Ceviche nikkei de atún con leche de tigre, nigiri de atún toro con juliana de shiso o uramaki anticuchero con cobertura de corvina, la definición de cocina nikkei, Japón con sabor peruano.

La partida caliente juega con el wok y la robata, amén de albergar clásicos nikkei como el yakisoba de langostinos con pasta de té verde picante o las ostras en tempura. Los anticuchos de secreto ibérico a la brasa y ají amarillo o el yakitori de pollo aparecen tras el fuego con cremosidad y sabor extremo, y el arroz chaufa de pato y el lomo saltado te llevan al país del sol naciente mediante esa sartén ovalada que mantiene el sabor de los alimentos pese al calor.

Los mochis y la tarta de chocolate con helado de té verde cierran gastronómicamente la experiencia, que tiene continuación una barra “de coctelería nikkei de autor”. De aquí salen los maridajes eminentemente con vinos locales, y el pisco macerado de hoja de coca o de granadilla; cócteles con pisco infusionado; yuzu sour, o chilcano, el gintonic peruano que Nikkei 103 redimensiona.

Buffet de hotel. Buffet peruano
Por las mañanas, la mesa compartida interior recibe a los comensales con un buffet también de productos peruanos. Utilizado como salón de desayunos del hotel aledaño, la propuesta de buffet apostará por la patria sudamericana, con la ilusión de los propietarios por crear el primer desayuno 100% andino. Es la coherencia del que cree en lo que tiene.

Japón y Perú también en espacio
La sobriedad de Japón y el color de Perú. Pureza de estilo y armonía en sendos comedores diseñados por el estudio de Teresa Paglialonga. Nikkei 103 recibe con cielo de papel de seda japonés y barra de sushi vista, frente al que cinco plazas elegidas pueden maridar con explicaciones la comida. Detrás, como fondo de escenario, un mural de lentejuelas de escamas evoca al Pacífico, “lo que nos une”. La sala está presidida por una gran mesa de madera de teca para compartir de 22 plazas que invita. El set up es típicamente japonés, así como la cobertura del techo de bambú y los gyotakus -técnica japonesa para plasmar la silueta de pescados que utilizaban sus antiguos pescadores para vender el género- insertados en la pared y realizados por el propio equipo del restaurante. Al final de la sala, una barra japonesa revestida con tela peruana pone el color a un comedor cuyas luces tranquilas acompañan la experiencia.


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