Para Carlos Martínez, CEO de IMF Business School,“los datos del estudio ponen de manifiesto que los sectores de actividad que no logren una mejora de la eficiencia a través de la innovación, son los que, probablemente, experimenten una transformación digital más profunda y brusca. Los espacios que se abren -en este caso- para la mejora de la rentabilidad del ahorro de los ciudadanos, podrían ser ocupados por nuevos agentes que saben adaptarse más rápidamente a un nuevo tipo de cliente financiero completamente digital. La capacidad de cambio de las entidades y el escenario que determinen los reguladores, determinarán el nuevo ecosistema financiero de nuestro país en corto plazo”.
Convergencia hasta la crisis
Los tipos ofrecidos por las entidades para estos depósitos muestran altos niveles de convergencia en el periodo que va desde 2003 hasta 2008. Durante este tiempo, los ahorradores italianos son los peor parados, con tasas de remuneración por debajo del resto de países de la muestra. A pesar de ello, los ahorradores españoles también perdieron retornos durante esos años, alcanzando una pérdida teórica acumulada de 1.166 millones de euros. Desde 2008 en cambio, se muestran substanciales y crecientes divergencias en los tipos para depósitos al por menor ofrecidos por países en la euro zona y en esta etapa los Españoles se llevan la peor parte.
Según datos del BCE, el tipo medio ofrecido por los bancos españoles a los ahorradores para depósitos a menos de un año durante 2005 se situó en el 2.07%, comparado con un 2.34% en Holanda, un 2.15% en Francia, un 1.51% en Italia y un 1.91% en Alemania. La diferencia durante ese año entre el tipo medio mayor y el menor de la muestra fue de 0.84%. En contraste, durante los primeros 10 meses de 2016 el tipo medio de estos depósitos en España se situó en 0.22%, comparado con un 1.59% en Holanda, un 1.25% en Francia, un 1.11% en Italia y un 0.32% en Alemania. La diferencia por tanto durante estos meses de 2016 asciende a 1.37% entre el mayor tipo y el menor de la misma muestra.
Los 7.300 millones de euros que presenta el estudio contrastan con las dos contribuciones al FROB (Fondo de Restructuración Ordenada Bancaria) vía Presupuestos Generales del Estado, y que dotaron a los fondos propios del Fondo con 9.000 millones de euros en 2009 y 6.000 millones de euros en los 2013.
Estas diferencias encuentran su justificación estadística en las variables de demanda y oferta. Por el lado de la demanda, el crecimiento económico, la renta disponible de los hogares y las formas de ahorro disponibles para los ciudadanos, son factores determinantes mientras que, por el lado de la oferta, los aspectos determinantes son los ingresos bancarios no relacionados con actividades de financiación, los niveles de capitalización sectorial y la presencia internacional de los bancos locales como medida de competitividad del mercado.
Lorenzo Dávila, director de investigación de IMF, explica que “los ahorradores españoles siguen, a día de hoy, sufriendo esta divergencia en las remuneraciones, que parecen estabilizadas en unos tipos que nos dejan fuera de mercado. El problema añadido es que, si esta desigualdad persiste en el tiempo y los tipos no convergen con otros países de nuestro entorno, los ahorradores podrían acabar provocando una fuga de depósitos a través de los nuevos operadores fintech que permiten salvar este diferencial”.