Viernes 17 de marzo de 2017
Las organizaciones implicadas en el cuidado de la salud y el medio ambiente y parte de la comunidad científica reciben con estupor la decisión de Agencia Europea de Sustancia y Preparados Químicos (ECHA) de no clasificar el glifosato como agente cancerígeno, a pesar de las evidencias publicadas por la Agencia de Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés).
En marzo de 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó el glifosato, principio activo de la gran mayoría de los herbicidas utilizados a nivel mundial, como "probablemente cancerígeno", tras la publicación por parte de la Agencia de Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) de un amplio estudio que demostraba la aparición del linfoma no Hodgkin, el desarrollo de células cancerosas y daños en el ADN en animales de laboratorio en contacto con glifosato.
Contradiciendo la clasificación del IARC y todos los estudios científicos en los que se basaba, la ECHA decidió ayer que no aplicará esta clasificación sobre glifosato en Europa, en lo que supone un grave revés para la prevención del cáncer en nuestro continente.
La ECHA reconoce que existe un aumento de la incidencia de tumores en animales de laboratorio expuestos a glifosato, pero concluye que estas no son pruebas suficientes para demostrar su cancerogeneicidad. Aumentando el desconcierto de parte la comunidad científica, la agencia ha rechazado incluir en la evaluación de glifosato varios estudios científicos que mostraban el vínculo de la exposición a glifosato con la aparición de cáncer.
La IARC es la máxima autoridad mundial en la evaluación del riesgo de cáncer, por lo que la decisión de la ECHA de no clasificar el glifosato como probable cancerígeno aumenta las sospechas de que las agencias de evaluación científica europea están frecuentemente sujetas a intereses distintos a los del cuidado de la salud de la ciudadanía.
La legislación europea determina que las sustancias clasificadas como probables cancerígenos no podrán utilizarse, salvo en situaciones en las que la exposición a las personas sea mínima, razón por la que la industria agroquímica ha presionado duramente para que la ECHA no clasificara el herbicida como probable cancerígeno.
Recientemente Ecologistas en Acción, junto a multitud de organizaciones europeas, ha enviado una carta a la comisión señalando la falta de transparencia de la ECHA, que basa sus conclusiones en pruebas científicas no publicadas proporcionadas por la industria. La carta también expresa su preocupación por los conflictos de intereses de varios miembros del comité de expertos de la ECHA y se pide que se mejoren las políticas de la ECHA para salvaguardar su independencia de los intereses de la industria.
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