“El protocolo familiar no debe ser un ejercicio legal, sino más bien un modelo de armonización de los intereses en el seno de la familia empresaria y, en este sentido, cuantas más situaciones se regulen, mucho mejor. Es necesario que el protocolo familiar sea lo más automático posible a la hora de dar respuesta a las situaciones sobrevenidas”, asegura Aguilar, quien se muestra partidario de establecer mecanismos de resolución de conflictos a través de figuras como la mediación, con el fin de desincentivar que las ramas familiares intenten alargar la búsqueda del conflicto a través de fórmulas judiciales o arbitrales.
Mapa de riesgos de la empresa familiar
Por su parte, Ramón Pueyo, socio responsable de Empresa Familiar de KPMG en España, recomendó a aquellas empresas que ya cuentan con un protocolo familiar revisarlo periódicamente, dado que los cambios sociales y tecnológicos, además de los generacionales, configuran un estado de realidades y expectativas para los socios. Por otro lado, a las empresas que aún no se han dotado de esta herramienta les recomendó que se enfrenten a la tarea con la suficiente antelación, pues “lo ideal es elaborar el protocolo familiar cuando no se necesita, teniendo en cuenta que la parte más importante es la identificación de los riesgos y las disfunciones que se producen entre las piezas que conforman la estructura familiar y empresarial”.
Pueyo recordó que el mapa de riesgos de la empresa familiar está configurado por seis campos sobre los que es necesario prevenir y regular situaciones de conflicto: condiciones de empleo en la empresa familiar, reparto de dividendos, criterios para la valoración de la compañía, sucesión en la empresa familiar, conformidad y toma de decisiones en la empresa familiar, e información a los familiares propietarios.
Rasgos del propietario comprometido
Los propios empresarios participantes en la jornada, alrededor de medio centenar, cooperaron con los expertos de KPMG en un ejercicio de introspección para determinar las que, a su juicio, deberían ser las actitudes que deberían adoptar los socios y los miembros de la familia empresaria en su relación con la empresa, y que de alguna manera deberían plasmarse en el apartado de principios generales de todo protocolo familiar.
Los empresarios valoraron como muy importante el “compromiso de los miembros de la familia, tanto accionistas como futuros accionistas, con el proyecto empresarial” y el “respeto al principio de autoridad dentro de la empresa”, lo que incluiría reconocer aspectos como “la veteranía, la experiencia o el conocimiento”. Asimismo, destacaron la necesidad de “formarse como accionistas responsables”, lo que implica conocer muy bien la estructura, funcionamiento, actividad y mercado en el que opera la empresa, sin olvidar los aspectos emocionales e históricos que hay detrás de este legado; es decir, se trataría, según destacaron los empresarios, de “fomentar el orgullo de pertenencia”.
Los empresarios también señalaron como aspectos importantes impulsar la “transparencia y la honestidad en la relación con las siguientes generaciones”, de igual modo que a los miembros de la familia habría que pedirles respeto para los directivos de las compañías familiares. En relación con este punto, los empresarios subrayaron como muy importante “comunicar muy bien los derechos y las obligaciones a las siguientes generaciones, lo que implicaría la creación de órganos específicos y el diseño de procesos y protocolos de comunicación y participación”.
Todas estas recomendaciones se resumirían en una: “La necesidad de aportar valor a ese bien común que es la empresa por parte de todos los miembros de la familia, ya desempeñen un papel de directivos, de accionistas o de futuros accionistas”, recordaron los expertos de KPMG.