Economía

La sacudida que están recibiendo las bolsas

Álvaro Sanmartín, Chief Economist y asesor del Alinea Global en MCH IS.

OPINIÓN, por Álvaro Sanmartín, Chief Economist y asesor del Alinea Global en MCH IS

Viernes 22 de enero de 2016
Se están produciendo algunos fenómenos a nivel global que están ayudando a muchos a construir una especie de teoría del desastre. Eso está minando la confianza y afectando al comportamiento de los activos de riesgo de un modo muy significativo (y muy exagerado, en nuestra opinión).

¿Cuáles son los principales elementos que están contribuyendo al miedo? Probablemente pueden resumirse en 4: Miedo a una desaceleración abrupta en China que afecte al crecimiento global; miedo a que la caída del crudo perjudique mucho a las economías emergentes y contribuya a generar tensiones inflacionistas; miedo a que EEUU no esté tan fuerte como parecía, como lo demostraría un crecimiento del PIB en el cuarto trimestre que (al menos en apariencia) será débil; y miedo a que ya no se pueda contar tanto como antes con los bancos centrales, con una FED que ya ha empezado a subir tipos y con un BCE que decepcionó en su última reunión.

En nuestra opinión, ninguno de los elementos anteriores es tan fiero como lo pintan. Los datos de China desde el verano pasado no apuntan para nada a un deterioro significativo de la situación sino más bien a una cierta estabilización. Mirando hacia adelante, además, el aumento de estímulos monetarios y fiscales hace poco probable que se pueda observar una ralentización significativa de la actividad a corto plazo. Por lo demás, las visiones más negativas sobre China se centran en recalcar los problemas (el exceso de oferta en algunos sectores industriales, la falta de reformas de las empresas públicas…) pero se olvidan de todos los progresos que China está haciendo en el cambio de su modelo de crecimiento. Los últimos datos atestiguan que el consumo privado en China cada vez explica un porcentaje más grande de la demanda. Y, por el lado de la oferta, la pérdida de peso de la industria tradicional está dando paso a un protagonismo creciente tanto del sector servicios como de nuevas industrias con mayor contenido tecnológico.

Además, y aunque es cierto que el crecimiento del PIB a final del año pasado en EEUU fue decepcionante, se olvida que esto se debió sobre todo a factores como la detracción de inventarios. Cuando uno mira la creación de empleo del cuarto trimestre (la mejor de todo el año) y las buenas perspectivas para el consumo privado y para el sector inmobiliario y de servicios, lo cierto es que el escenario más probable para este ejercicio 2016 no es en absoluto negativo.

En Europa, por su parte, los datos más recientes no sólo no apuntan a desaceleración (ni suave ni fuerte) sino a todo lo contrario. El crecimiento en el cuarto trimestre de 2015 será probablemente mejor que el del tercero y las perspectivas para este año son positivas, gracias a los importantísimos vientos de cola que nos favorecen. Y es que, pese a que muchos se empeñen en señalar lo contrario, un precio del crudo bajo es bueno para Europa, no malo, sobre todo si como es bastante probable este bajo precio se explica por aumentos importantísimos de oferta y no por caída de la demanda.

En cuanto a los bancos centrales, también los miedos y las dudas se están llevando demasiado lejos. La FED quiere llevar la inflación al 2% y sabe que para que eso sea posible necesita que la economía americana vaya bien y crezca a tasas superiores a su potencial (que está en el entorno del 2%). Por tanto, si se producen shocks que pongan esto en peligro, la FED no simplemente no subirá tipos. Tiene poco sentido tratar como aditivos los dos riesgos que muchas veces se señalan como los más serios para la economía mundial: la desaceleración en China y la subida de tipos de la FED. ¿Por qué? Porque las dos cosas no pueden suceder simultáneamente. Si China de verdad desacelera fuertemente y eso genera problemas para la economía global, algo que reitero no es nuestro escenario, la FED no subirá tipos. Por lo demás, tanto el BCE como el BOJ y en general todos los bancos centrales del mundo siguen con el gatillo preparado para hacer todo lo que sea necesario si las cosas se complican.

Y, por último, está el tema del crudo, algo que también parece estar creando nubarrones en la mente de muchos analistas. Sobre esto, quizás dos reflexiones. La primera, que una caída del crudo es tan mala para quien la produce como buena para nosotros, que lo consumimos. La segunda, que por mucho que caiga el crudo, es imposible que influya de un modo permanente en la inflación. Aunque los precios no repunten desde los niveles actuales o incluso se estabilicen en niveles aún más bajos a los que vemos hoy, su efecto sobre la inflación no puede extenderse más allá de unos meses.

¿Conclusión de todo lo anterior? Creemos que los mercados de renta variable, sobre todo en Europa, están corrigiendo en exceso. Pero sobre todo pensamos que los tipos a largo plazo en las deudas públicas de los países core están reflejando un escenario de estancamiento y quasi-deflación global que no es ni mucho menos el más probable a futuro.