De este modo, podemos ver que existe una estrecha relación entre los ingredientes de una tortilla y una cartera de fondos de inversión. Para configurar nuestra ‘receta’ correctamente tendremos queelaborar una cartera equilibrada, que esté formada por distintos tipos de activos en la medida justa, con el fin de que estos se adapten a nuestro perfil de inversor.
Así, si somos inversores conservadores, nuestro objetivo será no perder dinero y optaremos por activos de bajo riesgo (monetarios, renta fija a corto plazo…). En el caso de estar ante un perfil arriesgado, nuestra finalidad será conseguir la máxima rentabilidad, por lo que se apostará por la suma de activos de renta variable y otros más agresivos. En el caso de estar ante un perfil de inversor equilibrado, se crearía una cartera con el 50% de activos de renta fija y el 50% de renta variable. En todos estos casos, los porcentajes son orientativos, ya que cada inversor es un mundo y es importante ajustar la distribución de activos a las circunstancias particulares de cada uno.
Muchos inversores creen que lo más importante para tener éxito en la inversión es adivinar cuáles son las acciones que mejor se comportarán; sin embargo, más del 90% de ese éxito está en saber hacer una buena distribución de activos. Acertar en este punto es esencial.
De este modo, una excelente distribución de activos es el primer paso para configurar una buena cartera, y ello se puede lograr teniendo en cuenta dos premisas: en primer lugar, que la distribución de activos tiene que ser adecuada al perfil del inversor y, en segundo lugar, que el mayor éxito en la inversión será predecir qué tipo de activos lo va a hacer mejor.