Por tanto, el aceite que deberá abastecer al mercado hasta que empiecen a molturarse las nuevas aceitunas no llegará, probablemente, a las 300.000 toneladas, siempre y cuando las salidas se mantengan dentro de la media. La organización considera que, con estas cifras y teniendo en cuenta la sequía que afecta al cultivo, los precios no deberían tender a la baja.
Las disponibilidades también estarán sujetas a cómo avance la maduración del olivar, ya que “dependiendo si llueve o no, se adelantará o no la campaña de recogida” como, por ejemplo, el año pasado que se retrasó la campaña porque el estado de maduración de la aceituna no era el óptimo para empezar las labores de recolección. “Que se adelante o se retrase la campaña es clave también para analizar las disponibilidades”.
No obstante, se trata de una cifra que se encuentra dentro de la absoluta normalidad, sobre todo si se tiene en cuenta la climatología de este año, caracterizada por una sequía que, de continuar, puede repercutir muy negativamente en la cosecha 2017-2018.
A la espera de que se conozcan los datos de septiembre, se destaca de la actual campaña el ritmo continuado de comercialización del aceite, acorde a unos precios superiores a los del año pasado y más altos que la media del último lustro.