En 2016, no obstante, se constató un fuerte crecimiento de la economía de Corea del Norte, un 3,9%, una cifra muy relevante si tenemos en cuenta que el país está sujeto a diferentes sanciones por parte de la ONU.
Las nuevas restricciones impuestas por la ONU en agosto de este año se centran en exportaciones de carbón y mariscos, y el objetivo es reducir un tercio el valor de éstas. Hace escasos días y en un gesto inusitado, China anunció que limitaría el suministro de petróleo a Corea. El gesto chino implica un cambio sustancial en su política exterior y exterioriza el malestar que este país experimenta por la deriva belicista que está llevando a cabo el gobierno de Pyongyang. Un conflicto armado en esa delicada zona del mundo podría tener graves consecuencias para Corea del Sur, principal damnificado de la escalada, Japón y para la misma China.
No hay una explicación oficial al escaso éxito de las sanciones impuestas desde 2016 a raíz de una serie de ensayos de armas nucleares hasta el momento actual. Una de las hipótesis que se baraja es la habilidad en la creación de miles de empresas fantasma que irían relevándose a medida que las sanciones fueran aplicándose. De esta forma se estarían burlando estas restricciones y explicarían que un país que en 1995 - 1997 pasó una hambruna en la que perecieron, según la CNN, un 10% de la población total, es decir alrededor de 2.000.000 de personas (la versión oficial las estima en 220.000) esté actualmente llevando a cabo un programa nuclear cuyo coste ha estimado Corea del Sur que podría estar entre 1.000 y 3.000 millones de dólares (un submarino clase Virginia de los EE.UU. con capacidad de lanzar misiles balísticos cuesta unos 2.500 millones dólares).
De lo que parece estar convencido todo el mundo que conoce a este pequeño país asiático es de su probada capacidad para resistir y sufrir en condiciones, muy pero que muy precarias; habrá que ver si eso es suficiente.