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Antes de invertir en un fondo de inversión, es importante entender cómo funciona. En primer lugar, habría que saber que está formado por las aportaciones de los distintos inversores, generando así el patrimonio de un fondo que se dividirá en participaciones. De este modo, cada partícipe tendrá un número de participaciones en función de la cantidad aportada.
Es la gestora la que decide en qué invertir el patrimonio. Escogerá unos u otros activos en función de la política y el objetivo de inversión del fondo, que se puede encontrar en los Documentos Legales del Fondo: DFI y en el informe semestral.
El precio diario del fondo es el valor liquidativo, que se calcula dividiendo el patrimonio total entre el número de participaciones; sirve para seguir la evolución del fondo.
Es esencial vigilar siempre la evolución del fondo y valorar adecuadamente tanto la rentabilidad que nos da como el riesgo que se asume invirtiendo en él. La rentabilidad del fondo de inversión es la diferencia, positiva o negativa, entre el precio de compra de un determinado activo y el valor actual.
Por otro lado, el riesgo del fondo variará en función de los activos en los que invierta (renta variable, renta fija…) Los fondos se pueden clasificar de más a menos en función del nivel de riesgo: monetarios, RF corto plazo, RF largo plazo, fondos mixtos y renta variable.
A modo de resumen básico sobre qué es un fondo de inversión y cómo funciona, diremos que es un instrumento financiero gestionado por expertos, que su valor liquidativo varía todos los días y que se debe evaluar el perfil de riesgo de cada inversor antes de decantarnos por un tipo de fondo, ya que existen fondos de distintos niveles de riesgo. En definitiva, hay que tener claro que la rentabilidad de un fondo dependerá del mercado, pero también de la habilidad del gestor.