Motor

Citroën C4 Grand Picasso 1.6 BlueHDI 6AT

Confortable, rutero incansable y económico

Mariano García Viana | Jueves 09 de noviembre de 2017
Dentro del segmento de los grandes monovolúmenes de siete plazas, sin lugar a dudas el Gran Picasso se ha convertido en el más solicitado, no solo para familias numerosas, sino también para aquel que quiera hacer muchos, pero muchos kilómetros con espacio más que suficiente para todas sus cosas y muchas más, de forma rápida y segura y además rodeado de un gran equipamiento de seguridad y confort.

Efectivamente el Gran Picasso es un coche hecho para viajar, para hacer muchos kilómetros sin que el cansancio nos atosigue. Para más “inri” la versión probada estaba equipada con un ahorrativo e incansable motor HDI de 120 caballos que tiene la facultad no solo de tener un rendimiento estupendo, sino que además es francamente ahorrativo y, para rematar la “faena”, también contaba con una no menos estupenda caja de cambios automática de 6 bien equilibradas relaciones. Y ya que hemos mencionado la parte mecánica de este polifacético coche, digamos que el motor es un 1.600 c.c. que entrega esa dicha potencia a las 3.500 vueltas y dispone de un par de 300 Nm a 1.750 revoluciones. Su manejo es de lo más agradable pues siempre está dispuesto a entregarla desde bajas vueltas, pues la “dudas” típicas de los diésel por debajo de las 1.000/1.500 revoluciones se compensan con la caja de cambios automática, que reduce o sube de velocidades de forma contundente pero suave, según las necesidades y puede lanzar al Gran Picasso hasta los 190 km/h, sin apenas esfuerzo y además acelerar desde parado hasta los 100 km/h en 11,5 segundos. En lo que se requiere al consumo, el Grand Picasso se muestra muy contenido, señalando unos 5,5 litros a los 100 en una utilización mixta y aunque lo mantengamos constantemente en viajes largos a altas velocidades, como así hicimos en la prueba, ha sido difícil superar los 6 litros. Como decíamos al principio es un verdadero rutero impenitente.

Para rematar ese concepto de rutero no solamente hay que contar con una mecánica eficaz y parca en consumo, sino también con un entorno agradable y confortable y en eso el Grand Picasso es un auténtico maestro. Se dispone de más que suficiente espacio para que los ocupantes de la primera fila, conductor y acompañante, se sientan “como en casa”, es decir, confortablemente y rodeados de una serie de elementos que hacen el viaje más agradable aún. El conductor domina fácilmente todos los mandos y ante él o mejor dicho en el centro del salpicadero se ofrecen dos pantallas que ofrecen multitud de información. La superior de 12,3 pulgadas es configurable a gusto del conductor y es la que realmente ejerce las funciones de cuadro de instrumentos, pues en ella se pueden reflejar el velocímetro digital, el cuentavueltas, los distintos niveles, avisadores ópticos y hasta el propio mapa del navegador, cuya pantalla multifunción de 7 pulgadas está situada más abajo, en la consola que está integrada en el propio salpicadero. Alrededor de ésta figuran las teclas de su utilización y ya no encontramos prácticamente más teclas o interruptores, pues unos se concentran en el volante y otros dentro del menú de la citada pantalla, incluidos los del climatizador. La pequeña palanca selectora de la caja de cambios automática se sitúa, como en los DS semiautomáticos de los 60/70, tras el volante en la parte superior derecha, lo que hace que en las pocas veces que se maneje, se roce involuntariamente con el mando del limpiaparabrisas y lo pongamos en marcha.

Como decimos los asientos delanteros son realmente cómodos y sujetan bastante bien el cuerpo, mientras que los de la segunda fila tienen una configuración independiente para tres personas que dispondrían de espacio suficiente para viajar también cómodamente y con espacio para las piernas más que suficiente. La tercera fila lo componen dos asientos escamoteables sobre el piso del maletero y pueden alojar perfectamente a dos personas adultas siempre que no sean muy altas. Es muy práctico que los asientos de la segunda y tercera fila sean independientes, pues se pueden plegar o montar, según las necesidades que tengamos para utilizar la capacidad del maletero que, con las tres filas disponibles ofrece 170 litros, con dos filas 700 y solamente con la primera fila nada menos que 1.843 litros, o sea como una furgoneta media. En la posición más habitual para cinco personas, los asientos de la segunda fila se pueden desplazar hacia delante o hacia atrás. El generoso portón se abre y se cierra eléctricamente hasta el borde mismo del maletero con lo que se facilita las acciones de carga y descarga de bultos. Como buen coche práctico y utilizable, el Gran Picasso ofrece un buen número de huecos para dejar objetos más o menos grandes. Además de en las puertas y en la guantera, encontramos un reposabrazos central con una capacidad enorme, bajo el piso otro hueco, en las torretas de los amortiguadores traseros otros, redes y mesa tras los respaldos de los asientos delanteros y un etc., todavía más largo.

La lista de elementos que componen el equipamiento es realmente larga y entre ellos podemos destacar, el climatizador automático, llantas de aleación de 17”, arranque sin llave, control de crucero adaptativo, alerta ángulo muerto, sistema de visión 360º,, techo y parabrisas panorámico y un largo etc. Esta que pudiéramos llamar segunda generación, ha recibido recientemente algunos retoques estéticos, aunque lo que más llama la atención desde su aparición en el mercado es la disposición de las luces diurna de leds, situadas independientemente de los faros principales de xenón y sobre ellos, formando una prolongación de los estilizados “chevrones” que identifican la marca. También son muy personales las barras del techo que se prolongan hasta la parte posterior de la tercera ventanilla. Y por último son novedad los grupos ópticos posteriores tridimensionales y con tecnología leds.

Para terminar, y como ya hemos insinuado a lo largo de la prueba, señalar que el Gran Picasso es un coche fácil de conducir. Buena visibilidad, dirección suave y precisa, frenos potentes (Como no podía ser menos en Citroën), motor austero con la suficiente potencia para mantener ritmos altos, cambio automático ágil y cuyas relaciones bien estudiadas en su desarrollo, entran y reducen sin apenas notarse y todo ello rodeados de un agradable ambiente lleno de detalles y elementos de confort y ayuda a la conducción y rematado todo ello por unas suspensiones que sujetan al coche con precisión y solo permitiendo un balanceo nada molesto en curvas muy cerradas . Si el Grand Picasso primigenio, fue el primer gran monovolumen grande que se popularizó, ahora el actual ya se ha convertido en una de las referencias líderes en el mercado.


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