Después de dos años consecutivos de caída (-162.000 millones en 2016 y -102.000 millones en 2015), la exportación americana de bienes y servicios vuelve a crecer. Se espera que este crecimiento alcance los +119.000 millones en 2017 y los +113.000 millones en 2018. En cuanto a la exportación de mercancías, se prevé que de un total de +74.000 millones, 24.900 millones se dirijan a Europa y 22.500 millones a Canadá y México.
Esta reversión en la tendencia se explica gracias a una economía mundial boyante y de precios firmes. Los exportadores estadounidenses se beneficiarán del repunte de la demanda mundial, en sí misma impulsada por políticas monetarias ultra acomodadas y de larga duración.
Los bajos tipos de interés han beneficiado, en primer lugar, a Estados Unidos, seguido de la zona euro y de Japón, y en último lugar, a las economías emergentes. Este proceso de crecimiento ha dado lugar a un nuevo ciclo de inversiones globales.
En este contexto, el comercio mundial se mantendrá fuerte. Las exportaciones de bienes mostrarán un aumento de dos tercios. Así Canadá, México y Europa registrarán los mayores beneficios. Por su parte, el sector químico, que tradicionalmente se beneficia de nuevos ciclos mundiales de inversión, obtendrá también grandes ganancias. Otro potencial gran beneficiado será el sector de maquinaria y bienes de equipo, el principal sector exportador del país. El crecimiento en el sector de los vehículos depende en cierta medida de las reexportaciones entre los tres países del NAFTA: Estados Unidos, Canadá y México, cuyas cadenas de suministro están estrechamente integradas.
En el largo plazo, los EE.UU. se convertirán en el mayor exportador de energía a medida que, a través del fracking, aprovechen las grandes nuevas reservas de petróleo y gas natural. En particular, las exportaciones de gas natural a Asia a través del Canal de Panamá experimentarán un fuerte crecimiento.
¿Podrá el proteccionismo suavizar la desindustrialización estadounidense?
Este análisis positivo de las exportaciones se ve amenazado por el proteccionismo. El presidente Trump se comprometió a defender los empleos estadounidenses, supuestamente diezmados por el comercio mundial. En esa línea, la administración americana ya ha adoptado medidas proteccionistas contra China y Canadá, y ha propuesto la renegociación del NAFTA. Además de eso, Estados Unidos prevé la inclusión de una cláusula de suspensión, lo que significa que el acuerdo debe ser aprobado de nuevo por los tres países cada cinco años o se disolverá. El Gobierno ha iniciado investigaciones en sectores de exportación chinos prioritarios. Esto incluye el acero, con propuesta de nuevas tarifas y un aumento de los impuestos del 500%, y el aluminio, con impuestos potenciales de hasta el 81%.
A pesar de estas medidas, las pérdidas en el sector manufacturero de EE.UU. parecen ser irreparables. Un estudio reciente del Centro de Negocios e Investigación Económica encontró que el 85% de las pérdidas de empleos son atribuibles a la innovación tecnológica. Esto no significa que el comercio no tenga impacto. Un estudio realizado por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) mostró que se podrían haber perdido 2,4 millones de empleos en Estados Unidos debido al aumento de las importaciones chinas de 1999 a 2011.