Digitalizar por separado sin medir los resultados y el impacto que la transformación de un área tendrá sobre otras complementarias, puede ser contraproducente porque puede incrementar los costes y el tiempo previsto inicialmente para la conversión digital. Por eso, desde Datisa se insiste en la importancia que tiene establecer una estrategia global que integre a todos los miembros de la organización.
En este sentido, Isabel Pomar, directora comercial y de marketing de Datisa dice que “la transformación digital de las pymes debe, no solo realizarse sino, incluso, proyectarse, de una forma organizada, estableciendo prioridades, analizando los impactos que los cambios provocan en todo el conjunto del negocio y no solo, en el entorno en el que se acometen esas modificaciones y buscando siempre las herramientas -tecnológicas, formativas, operativas, etc.- que puedan servir de soporte al proceso transformador en cada una de las etapas que se vayan implementando”.
Es evidente que la estrategia deberá estar fundamentada sobre las necesidades de cada organización y teniendo muy en cuenta la situación particular de cada negocio. Pero, a nivel general, desde Datisa se describen como estratégicos los siguientes apartados en los que la transformación digital debería poner el foco:
Por otro lado, las pymes deberán apostar por la formación, incluso, antes de que se haya iniciado su proceso de transformación porque, es necesario entender -a priori- qué es realmente la digitalización y qué posibilidades ofrece la tecnología para llevarla a cabo. Y, después, obviamente, qué tecnología es la más adecuada y cómo utilizar esas soluciones para obtener el beneficio que esperamos.
“La capacitación digital de todos los que conforman la organización es un aspecto altamente relevante, tanto desde el punto de vista de la dirección como del resto de los empleados que conforman la plantilla. El reciclaje y la formación continua permiten dotar al capital humano de las habilidades digitales necesarias para abordar el cambio” dice Isabel Pomar.
Es más, de hecho, las pequeñas y medianas empresas empiezan a sentir la presión de los trabajadores más jóvenes que han crecido bajo el paraguas de las nuevas tecnologías. Procesos de formación internos, mentoring o coaching contribuyen a compartir y expandir el conocimiento y la experiencia dentro de la propia organización. Si el talento de la compañía no está preparado para impulsar o asimilar los cambios que propone la digitalización, el proyecto de digitalización acabaría fracasando.
Finalmente, si como hemos dicho al principio, el objetivo de la digitalización es la mejora de los procesos y la búsqueda de la eficiencia, será necesario poder medir los cambios. Es decir, establecer indicadores adecuados para evaluar la optimización de los procesos y cuantificar los beneficios obtenidos. Estos indicadores determinarán si vamos por buen camino o si hay que tomar medidas correctoras para volver al rumbo que queríamos tomar.