Así como los compradores temen pagar un precio más alto que el que determina el mercado, la preocupación de los vendedores es darse cuenta, después de haber realizado la operación, de que podrían haber obtenido un precio más alto al de la oferta aceptada. Esa sensación se incrementa cuando la venta se realiza rápidamente, a los pocos días de haberse publicado.
“Los profesionales inmobiliarios sabemos que cuando acontece una venta rápida, la mayoría de las veces es porque el precio es el correcto y hay numerosos compradores interesados en pagar ese importe por adquirir la vivienda. Sin embargo, la sensación del propietario es pensar: ‘¿y si hubiéramos pedido más?’ Dejarse aconsejar por los agentes inmobiliarios ayuda a conocer el mercado y a poner el precio que realmente merece el inmueble”, explica Moisés Ruíz, Moisés Ruíz, Gerente de AGORA MLS.
Los temores del propietario se incrementan en el momento de lanzar la propiedad al mercado, la incertidumbre reside en cómo va a reaccionar la demanda a esa oferta concreta. “¿Qué pasa si después de poner a la venta la vivienda, nadie pregunta por ella?¿Y si no se valoran las características del inmueble?¿Y si no se tienen en cuenta las reformas y mejoras que tanto han costado realizar? Estas son las dudas y preguntas que surgen en todos los propietarios tras colgar el cartel de ‘se vende’. Tras las primeras reacciones por parte de compradores, normalmente estas preguntas desaparecen”, aseguran desde la MLS inmobiliaria.
Una vez que se recibe una oferta que el propietario acepta, el proceso de compraventa continúa pero en algunas ocasiones surgen cuestiones que paralizan al comprador, situaciones como la pérdida de trabajo, problemas financieros, trabas en la financiación, etc. En la mayoría de los casos, los vendedores están preparados para seguir adelante con sus propios planes, como es el de mudarse a una nueva vivienda que ya han elegido. El hecho de que la otra parte paralice la operación, genera un gran stress en el propietario.
En cada visita, una persona meticulosa puede encontrar fallos en la propiedad, que ni siquiera el propietario había reconocido previamente. Si además añadimos que es necesario un certificado de eficiencia energética para la venta de la vivienda, se incrementa el miedo a que se encuentren deficiencias en las ventanas, calefacción o aislamientos. “Normalmente no son las condiciones del inmueble lo que nos lleva a vender una vivienda sino otros objetivos, sin embargo, tan pronto comienzan las visitas o se solicita el certificado de eficiencia energética comienzan las dudas y vemos desperfectos que antes habían pasado desapercibidos”, afirma Moisés Ruíz.
“Es habitual que el propietario pregunte: ¿cuántas visitas serán necesarias para conseguir alguna oferta aceptable? o ¿y si después de abrir la casa a numerosos extraños, nadie se ofrece a comprarla? Aún se ponen más nerviosos si las únicas ofertas que reciben son por importes muy bajos de lo ofertado. Pese a que se haya preparado previamente la vivienda para las visitas y el precio sea adecuado, puede ocurrir que la competencia de oferta similar en la zona, atraiga a pocos compradores”, afirman desde AGORA MLS.
Desde esta agrupación aseguran que “vender lo puede hacer cualquiera, vender bien ya es otra cuestión. El propietario debe contar con el asesoramiento profesional y personalizado de un agente inmobiliario que le ayudará a reducir o quitar el stress de la venta y a estar más seguro de sus decisiones”.