Tecnología

Creímos un día que los tiempos de internet y las redes sociales iban a ser los tiempos de la información veraz

José Aragón.

OPINIÓN : Por José Aragón, pintor y escritor nicaragüense

Viernes 11 de mayo de 2018
No contamos que, como siempre, los poderes mediáticos y los manipuladores profesionales terminarían convirtiendo esta herramienta de interacción social en un instrumento de manipulación y tergiversaciones.

Creímos un día que los tiempos de internet y las redes sociales iban a ser los tiempos de la información veraz del conocimiento compartido y de las experiencias enriquecedoras y bien intencionadas. Nos ilusionamos pensando que íbamos a desarrollar unas capacidades de análisis objetivas fruto del debate respetuoso y la pluralidad, la democracia y la libertad de información. ¡Qué ilusos fuimos!

No contamos que, como siempre, los poderes mediáticos y los manipuladores profesionales terminarían convirtiendo esta herramienta de interacción social en un instrumento de manipulación y tergiversaciones descaradas que llenarían nuestros cerebros y nuestros corazones de basura en forma de mentiras, noticias falsas y odios, con el fin de dividirnos y convertirnos en instrumentos incautos de sus fines malévolos y oportunistas.

Jamás en la historia de la humanidad habíamos estado tan desinformados y manipulados como en la era digital. En ninguna época los individuos nos habíamos convertido, sin saberlo, en cómplices y multiplicadores de los objetivos satánicos de personas y grupos políticos incapaces y sin escrúpulos que, sin hacer propuestas ni proyectos políticos, económicos, sociales o culturales, ambicionan llegar al poder sin importarles el costo en vidas humanas que su mediocridad pueda provocar.

La primera señal de alarma que nos llegó sobre el alcance nefasto de la manipulación en internet y en las plataformas de intercambio social como facebook, twiter, etc. fue la llegada al poder en los Estados Unidos, de alguien con un nivel de mediocridad tan grande como Donald Trump. Este señor, sin ningún mérito intelectual ni político en su currículum pero apoyado por un gran equipo de especialistas y expertos en la creación y difusión de materiales y contenidos, basados en las mentiras y noticias falsas, logró convencer a millones de ciudadanos norteamericanos que él no era el villano que verdaderamente es sino el héroe que EEUU necesitaba para este momento de su historia.

Los últimos acontecimientos tristes en Nicaragua han confirmado que las redes sociales en manos de esos grupos políticos sin escrúpulos, y sin propuestas sociales son una herramienta útil en su estrategia de manipulación y desestabilización del país. Durante unos días han creado una realidad virtual en la que el individuo, bombardeado incesantemente por una mezcla de imágenes manipuladas y mensajes llenos de falacias, termina asumiendo como verdad las consignas creadas por especialistas profesionales, contratados por esos grupos de poder en las sombras para difundir, incidir y manejar la opinión de una parte de la población desde las llamadas redes sociales.

El objetivo de ese bombardeo de mentiras, es conseguir que la persona bloquee su capacidad de observar, razonar y analizar objetivamente. Así llega a un estado emocional tan intenso que dispara sus niveles de radicalidad hasta tal punto que convierte en enemigo a todo aquél que piensa diferente o que no se ha dejado llevar por la histeria colectiva creada. A partir de esa radicalidad, el individuo ya no entiende razones y solamente es capaz de actuar motivado por los mensajes y consignas cargados de mentiras y odio que los expertos van difundiendo de manera gradual y estratégica.

En el caso de estos últimos acontecimientos dolorosos en Nicaragua, a partir de unas legítimas protestas ciudadanas y de unos acontecimientos que se están comenzando a investigar, esos señores expertos en la manipulación, la mentira y el odio, consiguieron aumentar el estado de crispación y violencia en algunas personas con la única y verdadera intención de utilizar esas protestas para sus fines politiqueros y para manchar la imagen tan positiva que nuestro país ha logrado en estos últimos diez años y que cada día motiva a más personas en el mundo a visitar y hacer turismo e inversiones importantes en diferentes áreas de la economía nicaragüense.

No es de extrañar, por tanto, que su odio y rencor se hayan ensañado en ciudades como Granada, León, Masaya, Estelí, Diriamba y los pueblos blancos que representan la imagen de una Nicaragua que en estos últimos años ha dado pasos cualitativos y cuantitativos en la dirección correcta hacia el desarrollo de una industria turística que ya genera altos ingresos económicos al país y atrae inversiones extranjeras que tan importantes son para el impulso del empleo, la estabilidad y el progreso paulatino de nuestra querida Nicaragua.

Esta situación actual de división y odio se viene gestando desde hace ya mucho tiempo en las redes sociales. Personas que dicen oponerse al gobierno de Nicaragua, llevan años insultando, amedrentando y creando un ambiente de intolerancia y violencia verbal contra los que pensamos diferente a ellos. Frustrados por su incapacidad de aportar ideas y proyectos políticos, se han escudado en el victimismo, la vulgaridad y la agresividad buscando sembrar vientos que desemboquen en tempestades que, al final, terminará pagando nuestro pueblo y nuestra juventud.

Las campañas de manipulación política actuales se basan en estudios científicos que demuestran que el público tiene una capacidad de atención muy corta y una memoria histórica limitada. Hemos visto claramente estos días como intentan hacerle creer a mucha gente joven, que no conoce a fondo la historia, que estas asonadas van a terminar como en el año 1979. Le insisten a la juventud con mensajes que pretenden comparar la situación de hoy con la de aquel año para condicionar sus mentes y ponerlas en "modo insurrección". Lo que no saben los jóvenes es que les ocultan una verdad muy importante: lo dramático de aquellas fechas, el elevado costo en vidas humanas, la pobreza causada y que significó el germen de una nueva guerra que nos mantuvo toda la década de los años 80 matándonos entre hermanos.

Con la irresponsabilidad de las mentiras se puede llegar muy lejos, se pueden calentar las cabezas de algunas personas y se les puede impulsar a la violencia y a la muerte, pero lo que no se puede es regresar al punto de partida sin el alma y el corazón desgarrados.

Soy hombre de paz porque aprendí en la guerra que la violencia no aporta absolutamente nada más que dolor, atraso y muerte. Si la violencia sirviera para progresar, los nicaragüenses, que siempre hemos usado la violencia para "resolver los problemas", seríamos hoy el país más desarrollado del mundo.

¡SÍ AL DIÁLOGO, SÍ A LA PAZ, SÍ AL PROGRESO, SÍ A LA CULTURA, SÍ A LA VIDA!

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