Parece que la cordura y la buena voluntad de las distintas partes va imponiéndose para solucionar los graves enfrentamientos que, en las últimas semanas, han sacudido a este pacífico país. Un estallido de violencia sin precedentes en los últimos años, originado por una reforma en el funcionamiento del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, interrumpió la normal convivencia ciudadana. La mencionada reforma fue inmediatamente retirada por el Presidente Ortega, pero la violencia, los saqueos y la interrupción de las clases, solo durante algunos días, continuaron.
El Presidente convocó un Diálogo Nacional para superar la crisis, ofreció a la Conferencia Episcopal el papel de mediador en dicho Diálogo y permitió la entrada en el país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La Conferencia Episcopal aceptó el papel de mediador pidiendo “respetuosamente a todos los sectores, gobierno y resto de la sociedad, que como respaldo a este Diálogo Nacional, se esfuercen en mantener un ambiente propicio de tolerancia y respeto” y que “tratemos de evitar todo lo que pueda desencadenar situaciones de violencia y que termine todo acto de saqueo”.
Por su parte las organizaciones empresariales, de estudiantes y de campesinos también han anunciado su participación en el Diálogo Nacional. De esta manera, parece despejado el camino para el inicio de unas conversaciones que, seguramente, serán largas y complejas, pero que si se realizan sin violencia o saqueos en las calles, llevarán de nuevo la concordia a Nicaragua.
El Gobierno español, en un comunicado ha manifestado: "España anima, igualmente, al Gobierno y al resto de actores a hacer que el Diálogo Nacional sea inclusivo, constructivo, y respetuoso para que permita poner en marcha las reformas necesarias para que Nicaragua encuentre una solución efectiva a esta crisis, y reitera su disposición para colaborar en ello.