Esta sensación de no haber descansado lo suficiente es más frecuente de lo que se pueda imaginar. Y puede tener muchas explicaciones que Haztúa analiza para que, esta vez sí, el descanso sea el que necesitas y deseas:
¿Quieres realmente desconectar? Se trata de un ejercicio que necesita de tu voluntad. Es imprescindible que te des permiso para desconectar sin sentir que haces mal por ello. El exceso de responsabilidad puede ser tan perjudicial como la falta de ella.
¿Tienes sentimiento de culpa? “No debería irme ahora”, “¿cómo voy a dejar esto así?”, “yo descansando y los demás trabajando” … Si hay sentimiento de culpa analiza el contenido de esa culpa y encuentra argumentos racionales de por qué tú tienes el mismo derecho que cualquiera a desconectar. Y de por qué lo necesitas…
¿Eres imprescindible? Aprende a delegar. Si te atreves a dar confianza a los demás puedes llegar a descubrir una gran verdad: las personas somos agradecidas y si confían en nosotros tratamos dar lo mejor de nosotros mismos.
¿Nadie sabe hacer tu trabajo? Esta parte requiere estrategia y visión de futuro. Igual este año ya no puedes, pero puedes evitar que te vuelva a pasar… Forma a alguien con tiempo para que pueda encargarse de las cosas más urgentes en tu ausencia. O llega a acuerdos con tus clientes que te permitan organizar tu tiempo de descanso…
¿Qué hay ahí afuera (de tu lugar de trabajo)? Para que puedas disfrutar y desconectar necesitas cuidar esas otras áreas importantes de la vida: familia, amigos, ocio… Porque si sólo tienes trabajo, cuando no tienes trabajo (=vacaciones), no tienes nada.
¿Necesitas estar siempre “en control”? Ser capaz de convivir con la sensación de incertidumbre es uno de los más valiosos aprendizajes que puedes hacer en la vida. La creencia de que tenemos el control nos permite relajarnos, pero no es real. Tenemos mucho menos control del que pensamos en los acontecimientos del día a día. La vida es imprevisible. Lo bueno de este aprendizaje es que descubres que llevas toda la vida lidiando con acontecimientos inesperados y no te ha ido tan mal…
¿Anticipas o saboreas el momento? Tendemos a anticiparnos a lo que va a ocurrir porque “así ejercemos el control” del que te hablaba antes. La realidad es que acabamos viviendo en el pasado pensando en qué no salió bien para intentar cambiarlo. O anticipando el futuro pensando en que puede salir mal, o en qué quiero que ocurra… Pero dedicamos pocas energías a disfrutar del aquí y el ahora, que es en realidad el único momento en el que sí podemos hacer algo real. Aprovecha las vacaciones para “saborear” las experiencias de la vida.
¿Has ordenado tus prioridades? Hay un efecto común en las personas que superan una grave enfermedad: recolocan el orden de prioridades en sus vidas. Hace tiempo escuché una frase que me hizo tomar conciencia de mis prioridades. Cuando mueras, en tu trabajo te llorarán, pero pronto te sustituirán. Para tu familia, para tus amigos, eres insustituible. Si las vacaciones te acercan a tu gente, dedícales ese tiempo. Se lo merecen y te lo mereces.
Ahora tal vez estás pensando “sí, qué fácil parece todo, pero en mí caso…”. ¿Crees que “en tu caso concreto” no es posible desconectar? Analiza las razones que “justifican” que todo lo anterior no sirva para ti y asume que, si no pruebas nada nuevo, es complicado que puedas llegar a desconectar. Los cambios pueden ser incómodos o difíciles, pero te aseguro que funciona y, sobre todo, que merece la pena intentarlo.