En esta línea, durante la primera fase de activación y cultivo se han seleccionado tanto los sustratos que han permitido la fermentación, teniendo en cuenta composición y concentración en el medio (azúcares y proteínas), como las condiciones ambientales de cultivo (pH, temperatura y agitación). Concretamente, se ha apostado por la fermentación en estado sumergido (smF) como metodología para el crecimiento de hongos y producción de quitosano para, a continuación, iniciar su extracción y caracterización.
Tras ello, los próximos meses serán decisivos para analizar su potencial en dos vertientes:
Por un lado, el CTCR evaluará su capacidad como agente antimicrobiano para la industria textil y calzado. El quitosano es un candidato excelente para su aplicación directa en diferentes tipos de fibras (naturales de algodón, lino, yute y celulósicas), pero también en polímeros (fibras sintéticas de poliéster y poliamida) utilizados en la fabricación de calzado: forros, plantillas, palmillas… Además, es apto también para su incorporación en las formulaciones de caucho elastómero SBR y NBR, cauchos termoestables como el TPU y poliuretano, cauchos termoplásticos como el PVC y SBS y otros como EVA, empleados comúnmente en el proceso de fabricación de calzado de vulcanizado. Una vez incorporado este biopolímero a los diferentes materiales, se harán ensayos de actividad antimicrobiana según norma ISO 16187.
De otro lado, se evaluará su capacidad de coagulación y floculación en aguas tintadas, mediante ensayos del tipo “jar test”, con el fin de comprobar cuál es la concentración más adecuada de biopolímero a añadir, hasta conseguir eliminar partículas de colorante y contaminantes disueltos en aguas residuales. Su aplicación directa en la industria del calzado se centra en: