El resto de las actividades de la empresa se pueden delegar, obteniendo así tiempo y recursos para enfocarse en la actividad principal. Cualquier empresa tiene que cumplir una infinidad de obligaciones que vienen marcadas por las administraciones públicas. Pero ¿qué es más importante para nuestra actividad? ¿Producir y vender u ocuparnos de tareas, evidentemente, necesarias pero que nos quitan tiempo para atender a los clientes?
En mi opinión la respuesta es sencilla, aunque no todo el mundo lo ve con la misma claridad. Contar con un equipo de asesores profesionales nos liberará de la carga de trabajo que supone intentar realizar labores que, en realidad, no sabemos bien cómo hacer.
Si para cualquiera, -empresa, particular, organización, da lo mismo- es importante el dinero disponible para el normal de desarrollo de su actividad, la gestión del tiempo es un aspecto muchas veces no tenido en cuenta. El tiempo que dedicamos a cada una de nuestras labores es siempre definitivamente escaso y, a diferencia del dinero, no podemos ni almacenarlo para un uso posterior ni solicitar un crédito para devolverlo en cómodos plazos. El tiempo pasa irremediablemente y tenemos que usarlo, al menos en el ámbito empresarial, siendo lo más productivos que sea posible.
Qué debe facilitarnos un buen asesor fiscal
Una asesoría fiscal especializada se ocupará de la presentación de impuestos, de los recursos ante Hacienda, de atender los distintos procedimientos de inspección -cada vez más frecuentes- a los que nos veamos sometidos. Y, también de implementar una acertada planificación fiscal que, cumpliendo estrictamente con la legalidad vigente, y con especial atención a los constantes cambios de criterio de la Administración Tributaria, nos permita ahorrar impuestos.
En función del tamaño de nuestra empresa, es posible que necesitemos asesoramiento para entender la fiscalidad internacional o para comprar una parte o la totalidad de otra compañía.
Hay algunas razones fundamentales para acudir a solicitar los servicios de asesores profesionales. Éstas son las mismas que aceptamos en nuestra vida personal cotidiana:
Tal como están las cosas es tiempo de que pensemos si nuestra empresa se puede permitir el lujo de distraer tiempo en ocuparse de asuntos -verdaderamente importantes, sí- que podemos delegar en buenos profesionales, en vez de centrarnos en nuestro principal objetivo, que no es otro que atender lo mejor posible a nuestros clientes.