Formación

La educación, fragua de libertad

José Aragón.

OPINIÓN: Por José Aragón, pintor y escritor nicaragüense

Viernes 14 de diciembre de 2018
Después de la vida, lo más importante para el ser humano es la Libertad, pero para ejercer Vida en Libertad, es necesario el conocimiento, la sensibilidad y el compromiso social, conceptos que sólo se adquieren y se ponen en práctica a través de la Educación y la Cultura.

Hablamos mucho de democracia, libertad y desarrollo, pero muy poco de Educación y Cultura. Ningún país puede aspirar a la democracia con una sociedad que no sabe cómo participar. Ningún individuo puede ejercer la libertad plena, participativa, respetuosa y comprometida sin tener conciencia de sus deberes y derechos ciudadanos.

Quien no conoce, no tiene capacidad de relacionar. Quien no aprende, no adquiere las herramientas básicas para transformar su realidad circundante ni la realidad general. Una sociedad sin conocimientos es una sociedad dependiente, manipulable, frágil, acomplejada, que se dejará llevar fácilmente hacia donde al poder le convenga llevarla. No es ninguna casualidad que las castas políticas, religiosas y económicas tradicionales en el mundo hayan limitado siempre el acceso a la educación de las mayorías. Ese oscurantismo ha sido su mejor herramienta para la explotación y sometimiento durante siglos.

La ignorancia potencia la inseguridad personal, disminuye la autoestima y convierte al ser humano en presa fácil de estafadores de toda calaña. La educación es la única manera que tenemos los seres humanos de conocer, asimilar y divulgar lo que en el pasado otros investigaron, descubrieron y nos legaron. La ciencia, la tecnología, la historia, la cultura, la política son tan dinámicas y cambiantes como el universo, lo que convierte a la educación y al aprendizaje en una necesidad constante que permite al individuo estar actualizado y en sintonía con los desafíos de su tiempo, sintiéndose a la vez útil y digno ante su sociedad.

Parte de la ineficacia de la lucha contra la pobreza en el mundo es que se ha centrado en dar pan sin acercar a las personas a los libros, a la cultura, a la educación, al conocimiento. Más que las estrecheces materiales, el verdadero problema de la pobreza es la imposibilidad de las mayorías de acceder a los circuitos educativos públicos y de calidad.

El poeta y dramaturgo español Federico García Lorca, al inaugurar una biblioteca en su pueblo, decía: "No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social…”

Sólo con educación es posible resolver problemas como la epidemia de embarazos adolescentes que asola nuestras sociedades. Sólo con educación se podría detener y resolver integralmente la destrucción medio ambiental. Sólo con educación es factible poner en marcha sistemas comunales de salud preventiva y nutricional. Sólo con educación se puede cohesionar a la sociedad en torno a los problemas reales que nos afectan y nos toca a todos solucionar. Sólo con educación se logrará desarrollar una verdadera y profunda cultura de convivencia y paz. Tal como dejó escrito el prócer cubano José Martí: “La madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la república y el remedio de sus males es, sobre todo lo demás, la propagación de la cultura.”

Otro de los grandes obstáculos en el avance de la lucha contra la pobreza es el mismo de siempre: el negocio, porque excluye la educación como eje central de su estrategia. La educación libera, transforma, convierte al individuo en autosuficiente y le da iniciativas, pero esos conceptos van en contra de las políticas asistencialistas que mueven millones de dólares en el mundo. Por lo general, los países ricos liberan fondos para “la lucha contra la pobreza” a través de poderosas ONG que destinan una ínfima parte de sus presupuestos para llevar un poco de pan y mitigar el hambre, pero teniendo el cuidado de no atacar la raíz de esa pobreza, la ignorancia. De esa manera queda intacto el problema y se garantiza la continuidad del negocio manteniendo la dependencia y el pretexto de la pobreza para la gestión de nuevas y millonarias ayudas “al desarrollo”. Por eso la importancia de que los estados en los países empobrecidos asuman la responsabilidad y el reto de acabar con la pobreza estableciendo y dirigiendo políticas y estrategias educativas integrales sobre la base de las necesidades de desarrollo de cada país, en las que se garantice un espacio de participación a todas las iniciativas internacionales que apoyen ese impulso dentro del marco de las políticas internas de cada país.

El neoliberalismo en Nicaragua se ensañó en la educación pública. Durante 16 años de gobiernos neoliberales el estado se desentendió de su responsabilidad y echó sobre los hombros de las familias pobres del país toda la carga del precario sistema educativo que su poca vergüenza política les obligó a mantener vivo. Esa política educativa desastrosa excluyó a miles de niños y elevó los niveles de analfabetismo a los de la oscura época somocista. Por el contrario, hoy, el gobierno sandinista nicaragüense en su compromiso de progreso y en su visión amplia de país ha rescatado, con gran esfuerzo, el sistema educativo público y lo ha puesto al servicio de los ciudadanos y del progreso ordenado del país, aplicando políticas acertadas de estímulo y capacitación a maestros y técnicos, potenciando la participación y el compromiso de la comunidad y las familias en la educación de los hijos, apoyando económicamente a los estudiantes de secundaria y a sus familias en la coronación de sus estudios, dotando de escuelas de formación técnicas y oficios que abonen al desarrollo humano del país… consciente de que, sólo una revolución con educación genera evolución o, como sentenciara el poeta José Martí: “Saber leer es saber andar. Saber escribir es saber ascender. Una escuela es una fragua de espíritus. Sólo quien siembra escuelas cosechará seres humanos libres…”

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