“Esperamos que los mercados de la ASEAN y de Europa del Este sean los potenciales beneficiarios de la nueva ruta de la seda. En primer lugar, porque estas dos regiones incluyen países que son lo suficientemente grandes como para llamar la atención de los inversores. Segundo, el crecimiento económico en estos mercados es generalmente más fuerte que en otras regiones. En tercer lugar, el entorno empresarial también es relativamente mejor, lo que tranquilizaría al inversor. Pero la posibilidad de que todo esto se lleve a cabo, implica un ejercicio de fe a largo plazo sobre China que solo determinados países, financieras privadas y empresas fuera de China, están listos para asumir", señala Mahamoud Islam, Economista Senior de Euler Hermes.
Para los países que participan en la nueva ruta de la seda, el impacto es, y continuará siendo, triple:
• Un aumento de capital de China: desde 2014 y hasta junio de 2018, la inversión de China en los países que forman parte de la nueva ruta de la seda aumentó 410.000 millones de dólares, frente a los 261.000 millones de dólares que se invirtieron entre 2009 y 2013. Los mercados que más se han beneficiado se encuentran principalmente en Asia y Europa. Pakistán y Malasia encabezan la liga en Asia, mientras Rusia se sitúa en primer lugar en Europa.
• Un aumento de la demanda de China: las importaciones chinas desde los países que participan en la nueva ruta de la seda aumentaron en un +22% interanual en 2018, en comparación con el +16% interanual de las importaciones totales. En general, los mercados de la nueva ruta de la seda representan ahora el 38% del total de las importaciones de mercancías de China. Además, a excepción de los mercados de la Unión Europea, donde el comercio intrarregional es alto, China se encuentra sistemáticamente entre los tres principales puntos de venta para los mercados de los países que participan en esta iniciativa. Las exportaciones totales de las economías que participan en la nueva ruta de la seda a China representan el 4% del PIB de estos mercados.
• Competitividad mejorada: se espera que las mejoras en infraestructuras aumenten la competitividad de los mercados de la nueva ruta de la seda, a través de menores costes de transacciones y una mejor infraestructura. Un ejemplo es la construcción de la línea ferroviaria que conecta China con Irán, el enlace ferroviario Yiwu –Teherán, que redujo significativamente el tiempo de viaje.
Un proyecto que se consolida
Nacida a finales de 2013, la nueva ruta de la seda, conocida también como BRI (Belt and Road Iniciative), es una estrategia de desarrollo y cooperación lanzada por China. El objetivo del proyecto es promover una mayor cooperación entre China y sus principales socios en asuntos como comercio, financiación, inversión y cultura. Con ésta iniciativa, China decidió crear una única plataforma para unificar el comercio y la financiación comercial de las economías del Sudeste Asiático hasta Europa, apoyando así el comercio internacional de otros países y evitando una guerra comercial.
La nueva ruta de la seda incluye más de 80 países, principalmente de Asia, Europa y África, y abarca un área que representa casi el 36% del PIB mundial, el 68% de la población mundial y el 41% del comercio mundial. Esta iniciativa es equivalente a 10 Planes Marshall y es una pieza esencial paralas oportunidades de crecimiento y liberación del sobreendeudamiento de China.