De hecho, la gran relevancia de esta ley llevó al despacho, junto con ASEBIO, a organizar el mes pasado la jornada “Preservar la I+D. Patentar o Proteger el know-how a la luz de esta nueva Ley de Secreto Empresarial”. Durante la misma, se abordó la aplicación de la ley en sectores tan importantes como el de la biotecnología, “un campo donde se están realizando grandes progresos en áreas como la medicina o la agricultura”, según explicó Antonio Tavira, CEO de la firma.
“El Secreto Empresarial no es una cosa de hoy, es de ayer; ya desde empresas que, como Coca-cola, han protegido su fórmula secreta o como la salsa de Kentucky Fried Chicken”, expone Fernández-Lasquetty. Al igual que las patentes sí se pueden proteger y son más fácilmente cuantificables, el debate viene sobre cómo proteger el know-how: toda aquella información valiosa que una empresa va generando a medida que avanza en una investigación. No todo se puede patentar, pero el know-how debería poderse proteger para así salvaguardar la innovación en las empresas. Con la nueva Ley, según el experto, podemos actuar en relación con la información, pero también con las personas, desde empleados y clientes hasta proveedores externos de servicios.
“La mayor fuga de secretos empresariales se da por parte de nuestros trabajadores que, inconsciente o conscientemente, desvelan partes importantes del secreto”, asegura, aconsejando para ello invertir en formación para evitar esas fugas, una acción complementaria a los contratos de confidencialidad; o bien tomar medidas cautelares, como evitar que un solo empleado tenga conocimiento del proceso completo y lo pueda reproducir fuera de las empresas. Respecto a los agentes externos que pueden robar la información “solo podemos protegernos a través de la ciberseguridad”, añade.
Javier Fernández Lasquetty define el texto de la nueva normativa que se hace efectivo como “muy completo” porque delimita como objeto susceptible de ser protegido cualquier ámbito de la información o conocimiento o cualquier ámbito de la empresa. Contempla la violación del secreto a la obtención de mercancías ilícitas, a la utilización y también a la responsabilidad objetiva porque no está permitido comerciar con servicios ilícitos. “La ley puede traer una mayor seriedad y tendremos que tener mucho cuidado en todas las medidas adoptadas para proteger nuestro secreto desde el minuto cero”, dice.
“En España somos muy innovadores, de acuerdo al gran número de peticiones de patentes, el problema es la protección de esa innovación, sobre esto sí que hay un gran desconocimiento”, asegura Patricia Salama, experta en patentes biotecnológicas de Elzaburu. El registro de patentes conlleva un riesgo, por eso la experta recomienda realizar un “exhaustivo análisis de patentibilidad” para ver si cumple requisitos como la novedad, la suficiencia en la descripción y la evaluación de la actividad inventiva, ya que no solo tiene que ser novedoso sino también mejorar lo que había antes.
Las invenciones biotecnológicas van en aumento en nuestro país, según fuentes de la Organización Internacional de la Propiedad Intelectual (OMPI). Si en el año 2006 se presentaban 33.554 solicitudes de patentes, en 2016 fueron 55.479. La gran mayoría se dan en el sector farmacéutico. Se pueden patentar moléculas, proteínas y sus secuencias, plantas, animales, células humanas, fármacos, procesos de obtención, dispositivos médicos, e incluso tests de diagnósticos.
Por su parte, Víctor González de Rumayor, director de I+D de la empresa ATRYS HEALTH estima que “la Ley de Secreto Empresarial nos va a traer nuevas oportunidades” a los proyectos de medicina de precisión que se dedican al diagnóstico, como es el caso de ATRYS, que en los últimos años ha invertido 15 millones de euros en I+D. Es especialmente importante en el diagnóstico de cáncer y los tratamientos de tumores. “Según los informes públicos, una de cada dos mujeres y dos de cada tres hombres serán diagnosticados de cáncer a lo largo de su vida. Necesitamos investigaciones para ver cómo el tumor va cambiando en cada persona”.
El director de investigación y desarrollo habla de un proyecto que consiste en realizar biopsias líquidas a través de la sangre para el tratamiento de estos tumores. “Es algo que no se puede patentar porque pertenece a las leyes de la naturaleza, pero entonces ¿cómo protegemos el fruto de nuestras investigaciones? Quizá esta nueva ley nos dé la solución”, explicó, añadiendo que “existe una gran carencia en España de información sobre las patentes”.
Eduardo Quemada, General Manager de PLANT RESPONSE (una spin-off de la Universidad Politécnica de Madrid que genera productos naturales para proteger a las plantas de agentes externos), también analiza cómo la ley del secreto empresarial puede ayudar a la biotecnología “en este sector nos viene muy bien en la ley porque tenemos cientos de know-how generados a partir nuestra actividad”.
No obstante, Eduardo destaca la dificultad de proteger el secreto empresarial para las pequeñas empresas, en parte por desconocimiento y en parte por la complejidad para establecer protocolos seguros cuando se cuenta con pocos medios.
Ion Arocena, Director General de la Asociación Española de Bioempresas (ASEBIO), aplaude la nueva ley, pero recuerda la necesidad de que “los marcos legales sean estables sobre todo en estos tiempos líquidos” para poder seguir hacia delante en el camino de la innovación.
Destaca que esto se debe a que los proyectos biotecnológicos pueden tardar años en dar frutos desde las primeras inversiones y a que la valoración de las empresas de este sector se apoya fuertemente en proyecciones de futuro: expectativas de ventas sobre la base de ventajas competitivas, que a su vez se construyen sobre patentes y secretos empresariales, esencialmente.
Por tanto, para Ion Arocena, un marco que permita realizar proyecciones sobre la base de un marco normativo estable facilitará mayores triunfos para el sector de la biotecnología en España.