La ratio deuda/PIB de España, que alcanzó su punto máximo en 2014 en torno al 100%, se mantuvo relativamente estable en torno al 97% en 2018 y se prevé que disminuya sólo modestamente hasta el 92% en 2024, según las últimas previsiones del FMI publicadas recientemente.
Este descenso relativamente modesto, a pesar de las elevadas tasas de crecimiento (2,5% en 2018), se debe a los elevados déficits primarios estructurales del país, en torno al 3% del PIB, uno de los más elevados de la eurozona. Los sucesivos gobiernos en minoría desde 2016 no han abordado esta cuestión.
Quedan por delante dos acontecimientos políticos clave:
Una cooperación política entre el Gobierno central y las autoridades regionales catalanas que cree las condiciones para las reformas económicas y fiscales sería positiva para la deuda, mientras que una extensión de la parálisis política observada en los últimos años -por ejemplo, a través de un parlamento colgado o de una insistencia continuada en la independencia por parte de la dirección catalana- limitaría la calificación en el nivel actual de A-/Estable.