Formación

Educación sexual y pornografía, la falta de una aumenta el éxito de la otra

Redacción | Miércoles 29 de mayo de 2019
El acceso generalizado de la población a internet, especialmente entre los llamados millennials y la Generación Z o posmillennial, consigue que cientos de millones de personas en el mundo sean nativos digitales, es decir, no conciban su vida sin pantallas y sin estar conectados prácticamente en todo momento. Id: 45906

Esta realidad tiene muchos aspectos positivos y uno de ellos es que se activa la capacidad emprendedora. En la plataforma Youtube podemos consultar cientos de canales de adolescentes y niños que se inician en estas redes para compartir vídeos sobre videojuegos, música, literatura, cultura o entretenimiento en general.

Sin embargo, y a pesar de que las ventajas son muy numerosas, el acceso a internet en esas edades debe ser supervisado, controlado por padres, adultos o tutores legales, para evitar episodios de acoso en la red, denigración de la imagen física, sucesos relacionados con la pederastia o que el abuso de conexión provoque dependencia a la red y el fenómeno conocido como nomofobia, el miedo irracional a no tener el teléfono móvil y estar siempre conectados.

El acceso a internet, la educación sexual y la pornografía

Si trasladamos toda esta realidad a los contenidos sexuales que se pueden visualizar en la red nos encontramos con la tormenta perfecta. Los estudios establecen que la media de edad de las primeras relaciones sexuales entre los jóvenes españoles se encuentra alrededor de los 15 años. El profesor Antonio Rial Boubeta, de la Universidad de Santiago de Compostela, en un estudio elaborado por su equipo, confirma que el consumo de pornografía por parte de menores se ha duplicado en los últimos tres años.

Todo esto se produce en la actualidad, cuando no existe en el sistema educativo español una asignatura de educación sexual obligatoria. La sexualidad, en los centros escolares, se reduce a talleres puntuales, que se imparten en colaboración con ayuntamientos o asociaciones.

Son precisamente esta serie de actividades las que generan polémica en los medios de comunicación, pues recientemente la presidenta de Vox en la Comunidad de Madrid afirmaba que en los colegios públicos de Madrid se habla de zoofilia y se propone a los niños probar nuevas prácticas sexuales.

Los datos del estudio elaborado por el equipo de Rial Boubeta muestran que la evolución en el consumo de pornografía ha ido creciendo de manera estable en las franjas de edad comprendidas entre los 12-13 años, 14-15 años y 16-17 años, tanto en chicos como en chicas. Para el año 2017, el total de chicos que consume pornografía a la edad de 16-17 años es del 83,9%.

Ante esta situación, muchos profesionales están dando la voz de alarma y advierten de las consecuencias que pueden ocurrir si no se corrigen. Ricardo Fandiño, psicólogo clínico, ha escrito junto a Vanesa Rodríguez el libro “La lucha sexual de los adolescentes en la hipermodernidad”. Fandiño cree que el fenómeno que se está creando, el de jóvenes con acceso casi sin filtros a la pornografía desde una edad muy tierna es peligroso, porque la mayoría de la pornografía es muy machista, falocéntrica y centrada en el coito, donde no se atiende a la empatía ni al respeto por el otro, y que es imposible de reproducir en la vida normal. Los jóvenes, al adentrarse cada vez a menor edad en la pornografía, van aceptando como reales prácticas que se dan únicamente en la ficción.

Belen Montesa, psicóloga y sexóloga sostiene además que esa pornografía machista supone una agresión para el desarrollo psicoemocional de los jóvenes, que ofrece una idea de la sexualidad sin afecto, con la mujer cosificada y violenta. Esta realidad provoca también otro efecto, la desensibilización, pues los jóvenes ven esos comportamientos como posibles, y solo son posibles en las fantasías, pero no en la realidad.

La pornografía y el erotismo como herramienta de educación

Sin embargo, a pesar de que la realidad nos muestra fenómenos como el que describe el profesior Rial Boubeta, la pornografía puede ser considerada también como una herramienta útil para despertar la libido sexual. Internet facilita el consumo de sexo gratis a través de pantallas. El sexo no debe ser considerado un tema tabú, de modo que hablar abiertamente de que se consume porno gratis puede ayudar a derribar barreras.

Si la pornografía, que generalmente es muy machista, se considera únicamente como un fenómeno de ficción, como ocurre con los relatos eróticos y los cuentos o historias de marcado carácter sensual, no deberían elevarse estos comportamientos de dominio o sumisión de la pantalla a la realidad.

Por otra parte, no se debe renunciar tampoco a la pornografía como posible complemente de la educación. A partir de ella se pueden descubrir nuevos comportamientos o prácticas que hagan más intensa la vida sexual de una persona.

Si hablamos exclusivamente de jóvenes, el tema es muy enrevesado, porque la pornografía nunca puede sustituir unas buenas nociones de educación sexual, empática e igualitaria, donde se respeten todos los géneros e identidades sexuales.

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