Lo primero que hay que tener en cuenta es que hacerse con los servicios de una oficina virtual en Madrid no es lo mismo que un coworking. En un coworking el cliente adquiere un espacio con cierta autonomía pero que, en realidad, forma parte de un entorno común que además es cambiante. Por supuesto, todo ello con el material y las condiciones oportunas para trabajar. Por su parte, las oficinas virtuales disponen, en muchos casos, de salas de reuniones totalmente equipadas que pueden ser utilizadas un número limitado de horas cada mes.
Otro aspecto característico es el del ahorro. Se calcula que, en Madrid, alquilar una oficina virtual supone aproximadamente una décima parte del gasto que supone hacer lo propio con un espacio físico. Todo ello, sin contar con diferentes variantes de este tipo de emplazamientos de negocios como las oficinas móviles. Muy de moda a principios de la década debido a sus bajos precios.
Lo que está claro es que su uso es el presente y futuro del emplazamiento empresarial en este país. Sin ir más lejos, en los últimos años su contratación aumentaba más del 105% cada año. Un dato que deja muy a las claras la sintonía entre estos nuevos espacios interactivos de negocios y las nuevas fórmulas empresariales y perfiles profesionales.
Apuntadas todas estas claves, la idea de contratar una oficina virtual en Madrid puede ser muy beneficiosa para tu empresa. Razones como los costes, comodidad o equipamiento avalan estas propuestas. Crear tu propia compañía con todo lo que ello supone está cada vez al alcance de más personas. Un paso más para olvidarse de enormes gastos improductivos y centrarse, de una vez por todas, en las buenas ideas.