Economía

La bestia del dólar estadounidense

Informe de Mercado Degussa quincenal

Martes 01 de octubre de 2019
John Maynard Keynes (1883-1946) explicó muy bien cómo predecir con éxito el ganador de un concurso de belleza. Según dijo, hay que tener en cuenta lo siguiente: «(…) cada concursante debe elegir no aquellas caras que considera bonitas, sino aquellas que considera más probable que gusten al resto de concursantes (…). id:50324

Traducción del Degussa Market Report realizada por:

No se trata de elegir las que, según nuestro mejor criterio, sean realmente las caras más bonitas, ni siquiera se trata de elegir aquellas que la opinión generalizada considere realmente las más bonitas. Debemos alcanzar el tercer grado en el que dedicamos nuestra inteligencia a anticipar lo que la opinión generalizada espera que sea la opinión generalizada».[1]

Esta es una perspectiva que deberían tener en cuenta aquellos que consideran que el dólar estadounidense, que sería la más fea de todas las divisas, está a punto de caer en picado. Los últimos datos del Banco de Pagos Internacionales (BPI) indican lo contrario. La Encuesta Trienal del 2019[2] del BPI nos revela que las negociaciones diarias de los mercados de divisas alcanzaron los 6,6 billones de dólares estadounidenses diarios en abril del 2019, por oposición a los 5,1 billones de dólares estadounidenses de tres años atrás, y que el dólar estadounidense sigue siendo la divisa más importante de los mercados de divisas, formando parte del 88 % de todas las negociaciones. A título de comparación: el euro formó parte del 32 % de todas las negociaciones, el yen japonés, del 17 % y el yuan chino, tan solo del 4,3 %.

Además, en todo caso, la importancia del dólar estadounidense en los mercados de divisas ha aumentado en los últimos años, no disminuido. ¿Y por qué es el dólar cada vez más popular? El dólar estadounidense es la moneda de la mayor economía del mundo y de la potencia militar más poderosa: los Estados Unidos de América. Los mercados financieros estadounidenses son, con mucha diferencia, los más transparentes y los de mayor liquidez de todo el mundo. Nos guste o no, el dólar estadounidense es la moneda preferida para llevar a cabo negocios y transacciones financieras internacionales. Entre el resto de papeles moneda, no hay ni un solo candidato que pueda amenazar el estatus del dólar estadounidense.

No menos importante es el hecho de que el dólar estadounidense es la moneda «subyacente» de muchos otros papeles moneda: el dólar estadounidense suele representar la mayor parte de «activos» que los bancos centrales de todo el mundo poseen para respaldar sus propias monedas; en la mayoría de los casos, los bancos centrales extranjeros poseen bonos del gobierno de Estados Unidos, títulos de deuda a corto plazo y depósitos bancarios denominados en dólares estadounidenses. En otras palabras: las autoridades monetarias de todo el mundo se sostienen gracias al dólar estadounidense. De hecho, el destino de sus monedas está estrecha e inevitablemente vinculado al del dólar estadounidense.

Si el dólar estadounidense sufre un batacazo, es muy probable que muchas otras monedas lo sufran todavía más. Esto se debe a que los mercados financieros, en particular la banca internacional, cada vez están más «dolarizados»: los bancos de todo el mundo tienen una demanda estructural de dólar estadounidense como fuente de financiación; dependen de la capacidad del dólar estadounidense y necesitan el acceso a los mercados de préstamo de dólar estadounidense. Tal y como nos dejó bien claro la crisis económica y financiera del 2008/2009, las tensiones de los mercados de crédito de dólar estadounidense perjudicaron a los prestatarios extranjeros tanto o más que a los bancos estadounidenses.

Si los inversores comienzan a perder la fe en el dólar estadounidense, su confianza en otras monedas dependientes del dólar estadounidense se tambaleará incluso más. Del mismo modo, cualquier «tensión» de los mercados financieros provoca que los inversores se refugien en el dólar estadounidense, ya que el dinero de Estados Unidos se considera el «puerto seguro» de las monedas: en tiempos de crisis, el dólar estadounidense siempre tiene una alta demanda por comparación con el resto de monedas. En este contexto, parece sensato afirmar que, desde el punto de vista de la mayor parte de agentes del mercado, el dólar estadounidense todavía se puede considerar la moneda más importante del mundo.

¡Qué privilegio para Estados Unidos! América emite una moneda que se acepta y tiene un gran demanda en todo el mundo. De este modo, los estadounidenses pueden recibir prestado con facilidad de los ahorros del resto del planeta: pueden consumir e invertir muy por encima de sus recursos propios. Aunque también se puede mirar de otra forma: personas de todo el mundo están encantadas de enviar sus ahorros a Estados Unidos en lugar de invertirlos en su propio país. Este es, sin lugar a dudas, uno de los motivos por los que Estados Unidos «goza» de una balanza comercial negativa, es decir, que Estados Unidos importa más bienes y servicios de los que exporta o, en otras palabras: las importaciones de capital hacia Estados Unidos superan las exportaciones de capital desde Estados Unidos.

No parece que esta situación vaya a cambiar a corto plazo. Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el sistema monetario mundial se encuentra en muy mala forma. Tras muchas décadas de expansión crediticia sin cese al amparo de las políticas de los bancos centrales, la mayoría de economías se encuentran sobreendeudadas. En consecuencia, los bancos centrales han comenzado a bajar los tipos de interés de mercado, en un intento de evitar la crisis que podría derrumbar la pirámide del crédito. Para ello, se afanan en devaluar sus monedas, puesto que la política de apoyar el papel moneda sin respaldo siempre va de la mano de un aumento de la cantidad de dinero. Así, a medida que la cantidad de dinero aumenta, los precios de bienes y servicios aumentan también y el poder adquisitivo del dinero se reduce.[3]

Si Estados Unidos opta por una política de devaluar de forma sustancial el dólar estadounidense (como reacción a, pongamos, una crisis económica o de crédito), es probable que otras monedas sufran una inflación aún mayor. Parece realista asumir que la economía mundial y el sistema monetario internacional son más dependientes del dólar estadounidense que nunca, tal y como sugieren, entre otros, los últimos datos del BIP. Una política monetaria del dólar estadounidense cada vez más inflacionista tendría, casi con toda probabilidad, una réplica por parte de otros bancos centrales, puesto que verían en ella una oportunidad extraordinaria de devaluar sus monedas para reducir el valor real de la deuda pendiente en sus países, al tiempo que pueden culpar a Estados Unidos de la desagradable subida de los precios.

Para evitar dudas: el motivo por el que personas de todo el mundo demandan dólar estadounidense no es que la consideren la mejor moneda, sino que se trata de la mejor moneda de cuantas tienen a su alcance. Las ideas novedosas como, por ejemplo, la Libra de Facebook, por mucho que puedan atraer a muchas personas de todo el mundo, no amenazan el estatus intocable del dólar estadounidense: la Libra de Facebook no es más que una manera de representar de forma efectiva una cesta de papeles moneda sin respaldo, entre los que se encuentra el dólar estadounidense. Por supuesto, podemos imaginar la llegada de una criptomoneda que pusiese en jaque el dominio actual de los papeles moneda sin respaldo, incluido el dólar estadounidense.

Sin embargo, un cambio de ese tipo requeriría su tiempo y, lo que es aún más importante, requeriría un cambio profundo en la mentalidad de la gente. De hecho, para destronar al dólar estadounidense, la gente tendría que exigir un verdadero mercado libre del dinero, es decir, que los gobiernos dejasen de ostentar el monopolio de la producción del dinero. En ausencia de un movimiento de este tipo, lo más probable es que la dependencia que tiene el mundo del dólar estadounidense no disminuya, sino que probablemente aumente en los próximos años. Huelga decir que el dólar estadounidense se ha convertido en una bestia enorme y aterradora; una bestia que, no obstante, podría resultar ser el mal menor para quien la posea, en comparación con el resto de papeles moneda sin respaldo del mundo.

Todo esto parece razonable si seguimos el criterio de la técnica que recomendaba Keynes para predecir el ganador de un concurso de belleza. Hablemos claro: el dólar estadounidense tampoco será una divisa fiable y su poder adquisitivo se reducirá sin duda como consecuencia de la política monetaria de la Reserva Federal. Si lo que buscamos es un dinero fiable, solo hay un candidato: el oro. Ludwig von Mises lo explicó de forma muy concisa: «El patrón oro no es perfecto ni óptimo. La perfección no existe en las cosas humanas. Sin embargo, nadie está en disposición de decirnos qué sistema podría ser más satisfactorio que el patrón oro».[4] La verdad es que esta enseñanza atemporal merece ser repetida una y otra vez.

[1] Keynes, J. M. (1936), The General Theory of Employment, Interest, and Money, p. 156.

[2] Véase el volumen de negocio de cambios de divisas de abril del 2019 en la Encuesta Trienal de Bancos Centrales del Banco de Pagos Internacionales, 16 de septiembre del 2019.

[3] O bien, para ser más exactos: el poder adquisitivo del dinero será menor que si lo comparamos con una situación en la que la cantidad de dinero no se hubiese alterado.

[4] Mises (1998), Human Action, pág. 470.

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